15 abril, 2009

La radio de los sesenta.

Recuerdos de los sesenta


Cuando Mari Puri cumplió los quince años tenía una pasión, la radio.
La radio era todo un mundo abierto a la imaginación y Mari Puri, de eso tenía pa echarle a los marranos.
Cuando cosía, cuando limpiaba el polvo o hacía cualquier faena doméstica, su mente y su sentío estaba en el mundo de la radio. Se conocía la letra de todas las canciones y tonadillas, desde las de Juanito Valderrama a las de Marifé, desde las de Bruno Lomas a las de Karina, pero lo que más le ponían eran las cancioncillas de José Luis y su guitarra o las baladas de Andrés Caparrós.


Aquellos discos dedicados de “Aquí radio Andorra, emisora del Principado de Andorra...” con su ristra interminable de dedicatorias... “ ... para Lupe, en su aniversario de boda, de su marido Juan Manuel que la quiere y para Josefina de quien ella sabe... escuchen ustedes a Luisa Linares y los Galindos en la bonita melodía De tu novio qué...”, o si no los seriales de sobremesa y vespertinos, Ama Rosa... “... con Juana Ginzo en el papel estelar de Ama Rosa, con José Fernando Dicenta como el Doctor Beltrán y Julio Varela como narrador...”, Matilde, Perico y Periquín...” ...con Matilde Conesa, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso...”, y después de la presentación, la incombustible cancioncilla de :
Yo soy aquel negrito
del África tropical,
que cultivando cantaba
la canción del Cola Cao.


Y como verán Ustedes,
les voy a relatar
las múltiples cualidades
de este producto sin par...


Al medio día, a eso de las dos y media, Mari Puri, tenía que dejar el control de la radio a su padre Diego, republicano silencioso y domado por el franquismo, impertérrito escuchante del Parte, diario hablado, versión radiofónica del NO&DO, que daba cuenta de los pantanos que se inauguraban, de los logros del Movimiento Nacional, del contubernio judeo-masónico, de Educación y Descanso y el Sindicato Vertical, entre otras efemérides. Informaciones que completaba siempre a las diez de la noche y más tarde con lo que decían en onda corta, entre pitidos insoportables, la BBC de Londres en su diario de lengua española, Radio París... "Ici Paris. Vous pouvez entendre notre emission en langue espagnole...", o si no, Radio España Independiente estación Pirenaica.
Podría decirse que la radio desempeñaba una misión más importante que la que hoy cumple la televisión. Y es que unía a la familia. La televisión obliga a dedicarle una atención casi total. Con la radio se podían hacer otras cosas a la vez, Mari Puri podía cocinar, planchar, lavar o coser y además permitía compartir el calorcito del brasero de picón en la mesa camilla, con toda su familia. Allí la abuela, el tito Teodoro, solterón que vivía en casa y los demás reunidos, escuchaban y comentaban lo que oían.


A Mari Puri le encantaba oír a aquellos locutores inolvidables como: Bobby Deglané y José Luis Peker, Raul Matas o Alberto Oliveras. programas como Cabalgata Fin de Semana concursos como Doble o Nada; El humor de “Yo soy El Zorro, zorro, zorrito, para mayores y pequeñitos; yo soy El Zorro, señores, de mil amores voy a empezar" y Carrusel Deportivo con Martín Blanco y Vicente Marcos, Matías Prats y sus retransmisiones de partidos de fútbol, o El Gran Musical entre tantos otros.
La radio era la ventana al mundo que Mari Puri tenía, el escape de la rutina, el balcón de los sentimientos.
Mari Puri, que estuvo cosiendo en lo de la maestra Dolores recuerda a todas las nenas, ella incluida, llorando mientras cosían y escuchando los desamores de "Lo que no muere", de Guillermo Sautier Casaseca, o los consejos que se daban en el Consultorio de doña Elena Francis.
Si le quitabas la radio a Mari Puri la matabas, ahí encontraba la alegría de las canciones que cantaba voz en grito mientra fregaba y a la par que la tonadillera de turno, se meaba de risa con las tonturas de Gila o el Zorro y lloraba a moco tendido con las desgracias amorosas de la protagonista del serial de las tardes, que entre otras cosas hablaban correcto castellano y no el dichoso argot sudamericano al que nos acostumbran los culebrones televisivos de sobremesa y que son mofa, “...¡ole que precios!”, de los anuncios de SuperSol.

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