16 diciembre, 2010

ANDALUZ, (tal como lo recibo lo envío)

ANDALUCES

Estoy harto. Tan harto que ya no sé si decirlo, escribirlo, gritarlo, o ponerlo con hache intercalada.
Harto de que a los andaluces se nos etiquete de vagos, sin criterio, apesebrados, subsidiados o incultos.
Harto de que se nos asocie únicamente con el flamenco, la juerga, los toros y el vino.
Harto de Loperas y musho-beti, de cuentachistes, de famosillos de tercera división, de Malayas y Faletes.
Harto de ver en las series de televisión los papeles de criada analfabeta o tontito con acento andaluz (¿y ningún presentador de informativo con nuestro acento?).
Harto de ver programas de zapping con el patético programa de Juan y Medio en CanalSur mofándose de nuestros ancianos en busca de pareja, dando la imagen de personajes grotescos.
Harto de nuestra imagen de sociedad subsidiada, cateta y sin criterio. Cansado de que se menosprecie nuestro acento.
Harto de ver andaluces que únicamente triunfan en el programa de Patricia, Gran Hermano y similares.
Harto de Jesulín, de Po`zí, de Pantojas y Jurados. Harto del Risitas y el Peíto, de Romerías del Rocío y Feria de Abril.
Harto de la duquesa de Alba (a la que hicieron hija predilecta de esta tierra, tócate los pirindolos) de su hija, de sus hijos, de su yerno y sus trajes de flamenca.
Harto de toreros que se lían con fulanas, del botijo y la pandereta.
Harto, cansado, hastiado, aburrido me tienen.
Ojalá alguna vez los medios se acuerden de los millones de andaluces que se levantan cada mañana para levantar esto, o de nuestros padres y abuelos que emigraron hace décadas a Suiza, Cataluña y País Vasco para trabajar donde nadie quería.
Ojalá quien habla de nuestra incultura se acuerde de Séneca, Maimónides, Averroes, Góngora, Bécquer, Alexandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Machado, Falla, Zambrano, Picasso, Velázquez, Murillo, Alberti, Carlos Cano, Gala, Luis Rojas Marcos, García Montero, Sabina…
Ojalá se acuerden de que hablamos con acento andaluz abogados, marineros, médicos, albañiles, arquitectos, camareros, taxistas, prostitutas, jueces, enfermeras, empresarios, policías, obreros, agricultores, se acuerden de millones de personas que se parten los cuernos cada día desde Palos hasta el Cabo de Gata, millones de andaluces que siguen haciendo Andalucía más allá de Despeñaperros…
Ojalá este post lo leyera mucha, mucha gente. Ojalá diera la vuelta al mundo, aunque me temo que se quedará perdido en el inmenso océano de internet.
También podría suceder que este post se expandiera por la red, que los andaluces lo enlazaran a través de facebook, tuenti o twitter, que se difundiera por email y llegara todos los rincones del mundo, eso ya lo dejo en tus manos.

10 noviembre, 2010

El recuerdo de nuestro paladar

Cuando el Otoño se presenta en estas tierras andaluzas, el ambiente se llena de aromas de dulces de Navidad. De Alcaudete a Antequera, de Arjona a Rute y de Montoro a Estepa, muchas mujeres y hombres se afanan en las fábricas de dulces para que estén disponibles en el mercado estos suculentos pastelillos que son imprescindibles en las mesas navideñas.
Los grandes supermercados y los establecimientos especializados, ofrecen una gran variedad de dulces navideños, procedentes de todas estas localidades, amen de turrones y otras variedades que se fabrican en distintas regiones españolas. Sin embargo, todos los fines de semana se produce un trasiego de vehículos, a modo de peregrinaje por todas estas localidades a la búsqueda de mantecados, alfajores, roscos, polvorones y otras exquisiteces, amén del propio disfrute que supone la visita a estas poblaciones.
Estos viajes tienen una componente lúdica, de excursión y paseo por las calles de estos pueblos a los que, a veces, nos unen vínculos familiares, pero en el fondo a lo que se va es a comprar mantecados. Se buscan aquellos productos difíciles de encontrar en el mercado del que nos surtimos habitualmente y esos pastelitos que han quedado en el recuerdo de nuestro paladar a lo largo de nuestra vida.
Lo que el viajero busca es la frescura del producto y se equivoca el empresario que aprovecha estas visitas de golosos compradores para endosarles los mantecados caducados de campañas anteriores, ya que el saborcillo a rancio hará que, antes o después, no vuelva a visitar esa empresa. Otra cosa que no agrada al visitante de las fábricas de dulces de Navidad, es que se le cobre en la fábrica, más caro o a igual precio que si comprase estos productos en un supermercado, así es que en este aspecto, el empresario que actúa de esa forma, verá como se va reduciendo poco a poco el número de compradores. Lo que si agradece este goloso turista es que se le permita visitar el interior de la fabrica y se le enseñe el proceso de fabricación, que se le muestre un pequeño museo de estos productos o alguna curiosidad gastronómica como puede ser monumentos o belenes de chocolate o la representación en dulce de personajes conocidos y de actualidad, que tiempo habrá de visitar su tienda para comprar.
Entre la variopinta clientela hay quien busca las novedades o innovaciones que se hacen con especialidades que no son tradicionales, pero que pueden resultar interesantes por los componentes que se utilizan, pero lo que más abunda son los que rebuscan en su recuerdo e intentan encontrar la calidad y los sabores de antaño..., o sea el recuerdo de su paladar.
Así nos encontramos con empresas que cuidan más el marketing que el respeto a la tradición o a la calidad de las materias primas. Estas materias primas, la almendra, la harina, la manteca, el aceite virgen, los huevos, el azúcar..., valen lo que valen y el precio final se verá afectado por ello, pero si los huevos son ese producto artificial que se vende industrialmente en garrafas de plástico, la almendra se aligera con otros frutos secos más baratos, el azúcar se sustituye por edulcorantes y se abusa de productos químicos como conservantes, espesantes o colorantes, el resultado será más barato, pero no será el que desearía el cliente, que rechazará el producto, por mucho dinero que ahorre.

Se da la paradoja de que año a año, vemos como va bajando la calidad de algún determinado tipo de mantecado, polvorón o alfajor, va perdiendo el sabor que tenemos en el recuerdo de nuestro paladar o nos sorprenden con novedades o experimentos no deseados, y de cuando en cuando nos encontramos con nuevas cajas de presentación esmerada y de estética antigua en donde se nos ofrece a un precio superior al habitual, productos como los de antaño, como los que esta empresa hacía hace veinte o treinta años. Esto no es de recibo y viene a demostrar que se vuelve a fabricar lo que nunca se debía haber abandonado en aras de una mayor ganancia económica.
Hoy en día todos emplean y abusan del chocolate sin que realmente dominen, la mayoría, la fabricación de este producto, empeorando, a mi parecer, el dulce tradicional que tan bien hacían. Se usan y abusan los productos químicos saborizantes que recuerdan vagamente algún sabor y se nominan dulces de tal o cual materia prima cuando no tienen ni rastro de la misma.
Menos mal que, en nuestros pueblos, todavía existen empresas respetuosas de la tradición y de la calidad que, más o menos, sigue poniendo a nuestro alcance los dulces navideños que todos deseamos comprar.

Sin recomendar a ninguno, que eso es cosa de ir probando y elegir uno mismo, presento a continuación y por orden alfabético, algunas empresas que se dedican mayoritariamente al dulce de Navidad.
En Alcaudete, Doña Jimena y Productos Mata. En Antequera, La Antequerana, La Flor de Antequera y Mantecados La Perla. En Arjona, Productos Campos. En Estepa La Colchona, La despensa de Palacio, La Estepeña, El Mesias, La Muralla, El Patriarca, San Enrique, y La Vicaría entre otros muchos. En Montoro, Mazapanes La Logroñesa y En Rute, La Flor de Rute y Galleros Artesanos.
Buen provecho golosos.

07 octubre, 2010

¿Te gusta... conducir?

Érase que se era, un señor que tenía un BMW.
Me dirán ustedes, ¡vaya novedad!
Pues sí, si tenemos en cuenta que dicho señor se llama Eutiquio, nombre raro donde los haya, que es madrileño, y que además cumple a rajatabla las normas de límites de velocidad que en las carreteras de Europa existen.
No me irán a decir que esto último no es también bastante raro.

Eutiquio es capaz de ir, conduciendo su BMW, durante un buen trecho de carretera, detrás de un Mercedes dominguero sin ceder a la tentación de adelantarlo. Si al final decide hacerlo, espera a tener visibilidad de sobra y cuando no existe el más mínimo peligro, es el momento que elige para hacerlo, dejando siempre el espacio suficiente para no agobiar al coche adelantado.
Es más, estoy casi seguro de que es uno de los pocos propietarios de BMW que cuando ver el anuncio televisivo de esta marca y escucha la frasecita..., ¿Te gusta conducir?, solo escucha eso y no lo interpreta como..., ¿Te gusta avasallar?
Si, si, Eutiquio, aunque circula con un BMW, es un impertérrito cumplidor de las normas de conducción y jamás se ha picado con nadie, ni ha puesto su coche a ciento treinta. Cuando va en caravana es frecuentemente adelantado por otros coches, pues como deja espacio de seguridad con el coche que lleva delante, los que vienen detrás de él aprovechan esa circunstancia para adelantarlo, siempre de forma peligrosa y avasalladora, por lo que si dura mucho la cola de coches, Eutiquio acaba al final de la misma, por esa manía que tiene de no ir besándole el culo al coche que lleva delante.

Cuando Eutiquio sale a la carretera, su objetivo primordial, no es adelantar a todo quisque, sino que se adecua a lo que el tráfico le ofrece y respeta a ultranza a los demás vehículos y las normas establecidas. Jamás ha pisado una linea continua, y no por no romperla, sino porque está prohibido.
Eutiquio no toca el claxon cuando se topa con un coche lento, se coloca detrás y espera el momento oportuno para adelantar. Y si no toca el claxon, mucho menos le hace ráfagas con la luz larga al coche que lleva delante. Eutiquio sabe que su derecho a circular es el mismo que el de los demás coches y que tener un BMW no es patente para tener ningún privilegio respecto a los otros vehículos.
No me negareis que Eutiquio es raro, raro como su propio nombre, raro por ser, además, un conductor madrileño, y raro por actuar como actúa siendo propietario de un BMW, que es signo de pertenecer a una casta de conductores especial, muy parecida a la de propietarios de una determinada gama de Seat León, o a los propietarios de unos pequeños Audi o los Volkswagen Golf.

Efectivamente Eutiquio es muy raro y gasta poca gasolina, jamás acelera el coche inútilmente, respeta los límites de velocidad y se alegra mucho cuando a la entrada de Madrid, ve parado, en un semáforo a su lado, a otro BMW que le adelantó a toda leche en Despeñaperros, sin visibilidad y con la continua, para, después de ir temerariamente todo el trayecto, ser alcanzado a la entrada de Madrid. Pero no se alegra por el mero hecho de haberlo alcanzado, sino por ver que no se la había pegado en el camino.
Eutiquio sabe que lo importante es llegar y que si llega un cuarto de hora antes..., ¿para qué? ¿para sentarse en una silla y fumarse un cigarro? o es que corría tanto que ¿iba a apagar un fuego?
Me cae bien Eutiquio, aunque sea un tipo tan raro y conduzca un BMW. Si alguna vez se percata de que un BMW va detrás suyo por la autovía y no le adelanta mientras va a ciento veinte..., seguro que es mi amigo Eutiquio.
Y yo me pregunto, ¿existirán más conductores de BMW como Eutiquio?, estoy seguro de que si, lo que ocurre es que yo no los conozco ni me he cruzado nunca con ellos por la carretera.

17 agosto, 2010

Semana Santa en Roquetas de Mar.

Lo que no viene en las Guías

Eran las diez de la mañana del Domingo de Ramos cuando salimos de Alcaudete rumbo a Almería.
Un nuevo socavón en la A-92 (..., y ya van...,) nos hace recuperar la antigua ruta a Guadix, pasando por Alcalá la Real e Iznalloz. La idea es parar en los tenderetes de cerámica, que hay a pie de autovía y a la altura de Purullena.

Cierto que es divertido parar en estos sitios, máxime cuando hay algún bareto en el que tomar un resopón, pero en modo alguno se va a encontrar en estos puestos de suvenirs y cerámicas ganga alguna. Se da la paradoja de que compramos un puchero de barro para usar en la vitrocerámica, que unas semanas después, encontramos, mucho más barato, en la Ferretería la Herradura de Alcaudete.


Una vez en la autovía que nos llevaba a Almería, pudimos apreciar la cantidad de nieve que brillaba en las cumbres de la Sierra, presagiando los días de frío que aún quedaban. Hacía tiempo que deseábamos realizar este viaje, pasando por la capital, con la finalidad de comer de tapas en alguno de los muchos sitios que en Almería hay, y no nos complicamos demasiado, nos dirigimos al aparcamiento de reciente construcción y que tiene salidas a la Puerta Purchena. Muy cerquita de allí está la Plaza de las Flores, copada por los hoteles Torreluz, y en la taberna de uno de ellos nos pusimos de grana y oro.
Volveremos durante la semana a pasear por las calles de esta bella ciudad, nos acercaremos a la rambla, que era eso, una rambla y ahora es un magnífico paseo que acaba en el mar. El Instituto donde hice el bachiller, la Plaza de San Sebastián, la calle Murcia y la calle Granada, la calle de las Tiendas, que ha conocido épocas mejores, la catedral, la alcazaba y la calle Real que acaba en el parque y el puerto, sin olvidarnos de hacer una visita a la Virgen del Mar y sus calles aledañas, con esa peculiar arquitectura que poco a poco va desapareciendo para mi disgusto.

Nuestro destino era el Hotel Hesperia Sabinal de Roquetas, hotel que ha tenido tiempos mejores, pero que aún da lo suyo, una esmerada gestión lo mantiene a tope casi todo el año, con lo que ello lleva consigo, así es que no nos vamos a quejar. Tenemos proyectado recorrer toda la zona en los siete días que vamos a estar alojados en este lugar y eso empieza en el mismo momento de nuestra llegada, así es que esa primera tarde la dedicamos a recorrer el paseo marítimo y la zona de las Urbanizaciones, como ellos la denominan.

Yo he vivido en Almería entre 1955 y 1965, allí hice todo el bachillerato, y jamás he dejado de ir por allí, pues mi esposa es almeriense, así es que conozco la zona. Recuerdo un viaje en autostop que realicé, con quince años, desde Granada a Almería por la costa y puedo asegurar que desde Balanegra a Almería, pasando por el Cañarete, el paisaje era casi lunar, mejor aún, como el de algunas películas del western, en las que, en un desierto plano con montañas al fondo, se circulaba por una larga, estrecha y bacheada carretera, atravesada a veces por esas grandes madejas de matojos y raíces secas que el viento transporta. bajo un cielo abrasador y donde no se presagiaba otro ser vivo que algún que otro lagarto. A lo lejos un pequeño poblado donde se agrupaban, una gasolinera, la pequeña Casa Cuartel de la Guardia Civil, un destartalado hotel de carretera y unos cuantos cortijillos. Aún no era el tiempo de los invernaderos y los agricultores llamaban "los zecanos" a su tierra de labor. Estoy hablando del Ejido de Dalias de los años sesenta, nada que ver con el Ejido actual, que a pesar de la crisis económica, es un emporio de riqueza y donde hay más bancos y cajas de ahorros por kilómetro cuadrado de toda Andalucía. reflexiono sobre esta circunstancia y no deja de asombrarme que hace cincuenta años era la zona más pobre y deprimida de toda Andalucía y ahora es el no va más en agricultura de invernadero y en zonas turísticas, dejando muy atrás a otras partes de Andalucía que por los años sesenta se consideraban ricas, como la provincia de Jaén sin ir más lejos.

El Ejido era eso un ejido de Dalías y Dalías es hoy casi lo mismo que era hace cincuenta años, así es que, paradojas de la vida, se podría decir que Dalías es un anejo o barrio del Ejido.

La plaza del Ayuntamiento, el Mercado Municipal, sus largas y bulliciosas avenidas son impresionantes, llenas de comercios y servicios no dejan hacerse a la idea de que hace cincuenta años era todo un erial reseco y solitario.

La costa del Ejido es Almerimar y recuerdo que por aquel entonces no había casi nada, sobre todo si lo comparamos con la magnífica ciudad de vacaciones en la que se ha convertido. Tiene uno de los más bellos puertos deportivos que he visto y es una gozada pasear por sus muelles al lado de los amarres de los yates.

Hoy en día es imposible circular por aquella larga y solitaria carretera de los años sesenta, toda la zona es una inmensa ciudad y donde no hay edificios hay plástico, es decir invernaderos, en los que se cultivan los productos de huerta que surte los mercados europeos y españoles. Recuerdo que en esa carreterilla de aquellas épocas había, antes de subir al Cañarete, un rótulo que indicaba que, a la derecha se iba a Roquetas de Mar, sin que se viese ni a lo lejos la población. Hoy en ese lugar hay una plaza rotonda, rodeada de grandes edificios, que nos indica que por una impresionante avenida se va en dirección al centro de la ciudad y a la costa.

Roquetas es impresionante, desde sus cuidadas avenidas a los grandes hoteles, sus centros comerciales, el auditorium, la plaza de toros, el palacio de congresos y su puerto son dignos de visitarse, y lo hacemos varias veces durante la semana que estamos en la zona. En su mercado encontramos "présules" que así llaman a los guisantes recién cogidos y sin desgranar. Manjar exquisito para comer en crudo, al ajillo, en tortilla o de cualquier manera. Nada que ver con esas pelotillas verdes que venden congeladas en los supermercados.
El agua de Almería de los años sesenta era potable pero salobre y endiabladamente mala, así es que, aunque la bebíamos, no le servía a mi madre para hacer las legumbres, y por ese motivo compraba agua, que en unos carros de madera se transportaba a la capital desde los pueblos de Enix, Félix y de un manantial llamado “Fuente de los Álamos” situado en el término municipal de Gádor, el agua de Araoz. Este recuerdo me anima a recorrer estas localidades y probar sus aguas así es que una mañana paseamos por estos pequeños pueblos que todavía guardan el encanto de otras épocas.

Dejo para el final Aguadulce, un recoleto puerto y una población costera, con un agradable paseo marítimo desde el que se ve Roquetas de Mar. Allí, en Aguadulce estuve de campamentos cuando era un tierno infante de once añitos. Ni que decir tiene que no existía nada de todo lo que hay hoy.
De regreso a Alcaudete pasamos por el mercado de los Ángeles de Almería y nos llevamos un ranchillo de pescado fresco que alegró nuestra cocina y nuestro paladar los dos días siguientes.

12 agosto, 2010

Icono de San Nicolás

Tabla con óleo, témpera, pan de oro y abalorios (2000)

06 agosto, 2010

La Cruz de Caravaca

2 de Mayo, es domingo y casi ha anochecido.

En la terraza de un bar del puerto de Adra, dos parejas charlan animadamente ante unas cervezas y unas tapas de pulpo seco a la plancha.

Son, José y la Yoli con Indalecio y Marimar. Indalecio es hermano de Yoli y naturales de Adra. Marimar es del Ejido, en el poniente almeriense y está casada con Indalecio. José es de Alcaudete, en la provincia de Jaén, y comparte su vida con la Yoli que espera para Septiembre su primer hijo.
Indalecio y José se conocieron haciendo la mili en Viator, se hicieron buenos amigos y en varias ocasiones pasaron juntos algunos permisos militares en Adra. Allí conoció José a la Yoli, se hicieron novios y acabaron casándose para vivir en un discreto y moderno piso cerca del puerto de Adra.
José se gana la vida con un invernadero que tiene cerca de la autovía que te lleva a Almería e Indalecio es profesor de literatura en el instituto de secundaria Abdera.
Marimar se agacha y recoge del suelo una pequeña Cruz de Caravaca que había llamado su atención por su reflejo plateado.
- ¿Que es eso nena?
- Creo que es una Cruz de Caravaca.
A José le llama la atención y se la pide a Marimar. la limpia minuciosamente contemplando su brillo y dice:
- Por mi tierra usan esta cruz para evitar el mal de ojo en los niños..., psst..., supersticiones.
- ¡Vaya!, y aquí también ¿que te crees?-
le contesta Indalecio.
- Es una cruz muy rara ¿no os parece?- pregunta José.
- No tan rara - contesta Indalecio - Es una cruz de las que llaman patriarcales, que tienen un pie y dos travesaños paralelos y desiguales, en Caravaca se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, de casi veinte centímetros de alto con la apariencia de un gran pectoral. Si queréis os cuento su leyenda.
José asintió con interés, así es que Indalecio tomó de nuevo la palabra.
- La Vera Cruz, que así es llamada, apareció en el castillo de Caravaca el 3 de mayo de 1232..., o sea..., mañana es su cumpleaños..., y allí se venera desde hace ocho siglos. en aquella época reinaba Fernando III el Santo en Castilla y Jaime I en Aragón. En Murcia al contrario había por entonces un reino de taifas, así es que en ese tiempo Caravaca estaba dominado por los moros.
Se cuenta que entre los años de 1230 y 1231, se hallaba el rey almohade de Valencia y Murcia, en sus posesiones de Caravaca. Interesándose por los oficios que ejercían un grupo de cristianos que habían hecho prisioneros recientemente, para así dedicarlos a los menesteres más adecuados a sus conocimientos. Mandó que fuesen interrogados en su presencia sobre las habilidades de cada cual.
Dicen que se hallaba entre los cautivos un sacerdote llamado Ginés, quien, había venido desde Cuenca a las tierras dominadas por los moros con la finalidad de ejercer apostolado. al ser interrogado contestó que su oficio era el de decir la misa, y el rey moro quiso saber en que consistía tal trabajo. Se mandaron traer los ornamentos necesarios y el 3 de mayo de 1232, en una de las salas del castillo, el sacerdote comenzó la misa. Pero, a poco de comenzar, se tuvo que parar pues le faltaba en el altar algo imprescindible: un crucifijo. En ese instante, por una ventana del recinto, dos ángeles descendieron del cielo y colocaron la cruz de doble brazo que portaban sobre el altar. El cura pudo seguir con la liturgia y celebró la eucaristía. Ante hechos tan maravillosos, el rey almohade se convirtió al cristianismo, junto con todo su séquito.

Dicen que pasados unos años se supo que la cruz que dejaron los ángeles en Caravaca era la Vera Cruz que había estado en el pectoral del primer patriarca de Jerusalén, el obispo Roberto, hecho con trozos de la madera de la Cruz donde se sacrificó a Jesucristo.
Durante el resto de la velada, toda la conversación giró alrededor del mismo tema, hasta que cerca de la madrugada decidieron retirarse a descansar.

3 de mayo, lunes a las ocho de la mañana.

Yoli despide en la puerta del piso a José, que se va a pasar por Puente del Río a recoger unos fertilizantes en lo de Hortocampo, antes de ir al invernadero. José ha pasado una noche de pesadillas, sabe que bebió más cervezas de la cuenta y las Cruces de Caravaca se mezclaron con guerreros templarios y caudillos moros que luchan desaforadamente en su vertiginoso sueño. Estos temas siempre le gustaron y le encanta escuchar a su cuñado cuando le relata historias y leyendas en las que está bien puesto.
Arranca con dificultad el viejo Land Rover y se dirige hacia la antigua carretera de Almería. A José le encanta pasar por este tramo de carretera lleno de árboles centenarios, con sus troncos encalados para que los conductores lo vean bien, son imponentes, dan buena sombra y una sensación de frescura muy agradable.


De repente José siente una especie de mareo, percibe unos fogonazos de luz y los gigantescos árboles parecen reflejados en un estanque de agua que hace ondas. Frena suavemente pero no llega a parar del todo pues su visión vuelve a la normalidad. Se restriega los ojos y recupera la calma..., hasta que después de unos pocos kilómetros se para en el arcén. Hace ya un rato que quedaron atrás los grandes árboles, no reconoce su entorno y lo que más le mosquea es el letrero que indica un desvío hacia Lorca y Águilas..., todo seguido indica que por la carretera que circula se va a Caravaca y a Murcia.

Se desvía a la gasolinera de Repsol que tiene al lado y revisa, incrédulo, la guía Campsa que lleva en la guantera..., efectivamente se encuentra en el cruce de la C-330 con la C-3211, la que va a Lorca.
- Esto es de locos - musita - ¿Como he podido llegar aquí?
Sale del coche y pregunta en la gasolinera. No hay duda. Viajaba por la N-340 al lado de Adra y sin saber como ha aparecido en otra carretera llena del mismo tipo de árboles centenarios, encalados en sus troncos y a unos diez kilómetros de Caravaca. Mira el reloj..., y son las las ocho y veinte de la mañana.

4 de Mayo martes, nueve de la mañana.

Todo el día anterior lo ha pasado en Caravaca, ha visitado el castillo y la basílica de la Cruz, ha deambulado por la ciudad en fiestas, le han contado la historia de los Caballos del Vino y ha podido verlos. se ha extasiado contemplando el desfile de los Moros y Cristianos y después de haber dormido, malamente, en el Land Rover, José, parte hacia Lorca para coger la autovía que le lleve a casa. Hace un rato que pasó por el tramo de los grandes árboles..., pero no pasó nada. En Barranda dio la vuelta y ahora, resignado, se dirige de regreso a Adra.
- Donde te has metido - Bramaba la Yoli al otro lado del móvil - Me tienes que explicar muchas cosas ¿sabes?
- Si..., si..., no te lo vas a creer..., pero bueno, si te crees lo que dijo tu hermano sobre los ángeles que trajeron la Cruz de Caravaca entrando por la ventana del castillo, no se porqué no me vas a creer a mi...

Pilar Salazar Martínez, mi abuela paterna

A mi nieto Mario

Mis abuelos han sido tan importantes para mí que considero una desgracia que una persona no tenga estos recuerdos.

Pilar Salazar Martínez era mi abuela paterna y nació en Alcaudete, provincia de Jaén, el miércoles tres de enero de 1883. Poco o nada puedo decir de su infancia o adolescencia, ni siquiera puedo decir exactamente el número de hermanos que tuvo. Sus padres fueron Juan Salazar Carrillo y Ana Martínez Vigil y de sus hermanos solo conocí a su hermana Dolores que fue la madre de Amparo y Manuela Bermúdez de Castro, esta última madre de los Salido Bermúdez de Castro, Eduardo, "Bobes" y demás hermanas y hermanos.
También conocí a un hermano de mi abuela que se llamaba Enrique y que se quedó cojo de una pedrada, que le dieron en la rodilla cuando era un zagal. Recuerdo su figura encorvada, siempre acompañado de su muleta con una permanente sonrisa y muy cariñoso conmigo cuando venía por la casa a visitar a mi abuela.


El 22 de Agosto del 1914 se casó con mi abuelo Eduardo y tuvieron dos hijos, mi padre Eduardo y mi tío Manuel.
Mi abuela Pilar fue una mujer muy peculiar, sastra y camisera de profesión tuvo taller propio hasta más allá de lo que hoy entendemos por edad de jubilación y junto a ella aprendieron a coser un buen número de mujeres de Alcaudete, las "nenas" como ella les decía. Todas sentadas en las sillas de enea, sin respaldo, a las que llamábamos "monas" y de las que aún queda alguna en mi patio.

La tarea de la costura debió ser una pasión para ella, pues no hizo otra cosa en su vida, eso y hacer la comida, aunque ella comía muy poquito. Su arroz con despojos de gallina, caldoso y ahumado por la madera de olivo que usaba como leña y su tomatillo frito, muy aceitoso, con chorizo y un huevo, perviven en mi recuerdo como deliciosos.
Era menuda y pequeña, con aquellas gafas de cristales redondos que lentamente se iban desplazando hacia la punta de su nariz. Se sentaba, para coser, a la izquierda de la salida al patio de la casa, donde había, (y sigue habiendo), un frondoso jazmín, del que, por las tardes de verano, se recogían sus flores para hacer las moñas o biznagas que lucían en la solapa de sus blusas los hombres de la familia o amistades.
La recuerdo con la aguja en la mano, armando la pechera de una americana o dando forma al cuello de una camisa de popelín, cantando, con un hilo de voz, el cuplé Flor de té, que inmortalizase Raquel Meller.
Otro soniquete que dejaba escapar con suave voz eran unas estrofas que decían así:

- ¿Te gustan los claveles?
- ¡Pues ya lo creo!
- Si yo te los regalo, ¿me harás un feo?

Al correr de los años supe que se trataba de una escena compuesta por Venancio e Isidra, personajes de "El Santo de la Isidra", un sainete lírico de costumbres madrileñas, musicado por Tomás López Torregrosa y con letra de Carlos Arniches.
También me acuerdo de otra cancioncilla que repetía con un cierto deje argentino...

- El día del casorio
dijo el tipo'e la sotana:
"El coso debe siempre
mantener a su fulana".
Y vos interpretás
las cosas al revés,
¿que yo te mantenga
es lo que querés?...
... Si en tren de cara rota
pensás continuar,
"Primero de Mayo"
te van a llamar.

No hace mucho que me sorprendió oírlo en la voz de Carlos Gardel y entonces pude saber que se trataba del tango "Haragán", escrito por Manuel Romero y Luis Bayón Herrera y con música de Enrique Delfino. Ignoro dónde y cómo aprendió mi abuela esa canción.

Entre los recuerdos de mi niñez, aparece un Tiovivo de hojalata, colocado sobre una cómoda de la salita de recibir y con el que me dejaban jugar en escasas ocasiones, así como dos caballos grandes de cartón, el más nuevo, colgado del techo en el hueco de la escalera de la casa.
El patio de la casa estaba partido en dos partes, la primera con su parra situada a la entrada de la cocinilla, estaba ajardinado con arriates y empedrado, la segunda parte estaba destinado a los pilares para el agua y el retrete, a almacenar leña de támaras de olivo y a una higuera de considerables dimensiones a la que me gustaba subir. ¡Un quebradero de cabeza para mi abuela!
También recuerdo un barreño con agua y ceniza en el fondo, en el que me gustaba meter una ramita para removerla suavemente y observar el movimiento de la ceniza dentro del líquido. Ya de mayor supe que dicha agua se usaba a modo de lejía y de ahí que no me dejasen enturbiarla.
Otra cosa que me fascinaba era observar a mi abuela, como mecía la plancha de carbón para avivar las ascuas que contenía. Cuando alcanzaba la temperatura adecuada la utilizaba sobre un cobertor y un lienzo blanco que colocaba sobre la mesa camilla. A veces se ayudaba con una pesada tabla de formas redondeadas que le servía para planchar las mangas de las chaquetas.

También he de mencionar una bandeja de mimbre, plana, que conservo como oro en paño y que mi abuela usaba como expositor de las camisas dobladas y recién planchadas.
Mi abuela Pilar me quería con desmesura y auténtica pasión, me resultaba embarazosa la forma en que me miraba, totalmente fascinada y no me quedaba otra que permanecer a su lado mientras me acariciaba y me miraba con arrobo. Yo también la quise mucho y por azares de la vida hoy vivo en la que fue su casa.
Solo de su mano y en su compañía, me atrevía a acercarme a un cuadro de grandes dimensiones que tenía en su dormitorio: Las Ánimas benditas del Purgatorio..., esas mujeres y hombres desnudos, con caras compungidas y entre llamas me producían auténtico pavor.
Su vida era una vida de trabajo de sol a sol y solo al anochecer, se vestía de negro, naturalmente, se encasquetaba el velo y a la iglesia del Carmen, a rezar el rosario, mientras se abanicaba mirando con descaro a unos y otras y a los que no dudaba en preguntar "..., oye..., tú de quien eres..."
Toda su vida se quejó del estómago, "tengo acedía", repetía con malestar y se tomaba un papelillo con bicarbonato. Cerca de cumplir los ochenta años, mi padre la llevó al médico en Almería, donde por aquel entonces vivíamos. Cual no sería la sorpresa que de acedía..., nada, lo que tuvo toda su vida fue falta de ácidos en el estómago y por eso su digestión era muy defectuosa, así es que mi padre le repetía una y otra vez..., "¿Acedía?¿acedía?, acenoche es lo que usted tiene"
Yo también le hablaba de usted, es lo que oía, pero no por eso tuve una relación distante con mis abuelos, al contrario.

Los últimos años de su vida tuve poco contacto con ella, le escribía cartas desde Barcelona que leía y releía una y otra vez. Perdió mucha vista y casi no podía coser, así es que su carácter se agrió un tanto y como es natural la pagaba con mi abuelo Eduardo, al que cuando se enfadaba llamaba "jurel" y le recriminaba diciéndole ..., "disfrutas friyéndome la sangre". Tuvo la mala suerte de caerse y quebrarse la cadera, no la operaron y así murió, en 1967, después de muchos días entre lamentos. Eran otros tiempos, pero no por eso justifico la crueldad de su final. No se si estará en la Gloria pero la mereció con creces, lo que si creo es que uno está un poco vivo cuando entra en el recuerdo de alguien. Por ese lado mi abuela Pilar está bastante viva pues no pasa un solo día que no la recuerde y piense en ella.

05 mayo, 2010

Caravaca de la Cruz 2010-Año Jubilar

Lo que no viene en las guías.

El viernes 30 de Abril, salimos de Alcaudete a eso de las nueve de la mañana con destino a Caravaca, en la comunidad murciana, para asistir a sus fiestas de los Caballos del Vino.
Nos fuimos hacia Guadix vía Iznalloz, pues desconocíamos si se había reparado la A-92 en el gran socavón que se produjo cerca de Granada por las últimas lluvias. El buen tiempo nos acompañó todo el trayecto, pasamos Baza y nos salimos de la autovía para tomar el desvío a Cúllar que pasando por la Puebla de Don Fadrique nos dejaría a las puertas de Calatrava de la Cruz.

Nos teníamos que alojar en el Hostal rural El Zorro en el pequeño municipio de Barranda a dieciocho kilómetros de Caravaca. Este alojamiento lo habíamos reservado en el mes de enero ya que a esa fecha estaban completos los hoteles y la hospedería de Caravaca. El hostal El Zorro, no merece mayor atención pues era de lo más mediocre, no por las instalaciones que son bastante buenas sino por pequeños detalles que te hacer incómoda la estancia, falta de limpieza, grifos en mal estado por la cal acumulada, agua templada tirando a fría, falta de almohadas para suplementar las existentes, mal aislamiento entre habitaciones, chirridos de las bisagras de las puertas, tapa del water descolgada, televisión demasiado pequeña, etc., cosas subsanables prestando un poco de atención al establecimiento y que sin duda dejarían mejor impresión entre los clientes.

Esa misma tarde pudimos tomar contacto con Caravaca, ciudad bonita y bien cuidada, algo mayor que Alcalá la Real en habitantes, pero mucho mayor en sus edificios y servicios. La Gran Vía de Caravaca es impresionante y toda ella nos la encontramos engalanada esperando los festejos que se nos ofrecerían el fin de semana. Sus restaurantes, cafeterías y bares dejaban bien a las claras que nos encontrábamos en una ciudad "de posibles" donde hay dinero, mucho dinero y que además, se lo saben gastar.

La ciudad moderna está bien diferenciada del barrio medieval que se encuentra adosado a los alrededores del castillo y de la basílica de la Santa Cruz. Este año es Jubilar, pero me parece que los demás años es igual.
Junto a Santo Toribio de Liébana, Santiago de Compostela, Jerusalén y la ciudad eterna de Roma, Caravaca de la Cruz, comparte el honor de ser una de las cinco ciudades que en el mundo pueden celebrar el jubileo.

La historia de la Cruz de Caravaca es motivo de un relato que pienso escribir pronto, pero cualquiera que esté interesado en el tema lo podrá encontrar en internet sin ir más lejos.
Lo primero que hago al llegar a una ciudad en plan turista, es acercarme a una oficina de turismo, donde generalmente son muy atentos y te dan todo tipo de informaciones. Allí me enteré que además de los Caballos del Vino celebran estos días sus fiestas de Moros y Cristianos y ¡como no! enamorado de las Fiestas Calatravas de Alcaudete, me dispuse a disfrutar con la contemplación de los maravillosos trajes que moros y cristianos lucen en sus desfiles.

Pero vamos por partes, los Caballos del Vino es una ancestral celebración que procede de cuando a finales del siglo XIII, la ciudad de Caravaca de la Cruz estaba protegida por la orden de los templarios.
Los habitantes vivían tranquilamente en el pueblo que rodeaba el castillo, hasta que los moros lograron asaltar la ciudad. Los lugareños resistieron pero los moros eran más poderosos y finalmente les invadieron. Muchos murieron, pero otros pudieron llegar hasta el castillo, que dio albergue a los exhaustos caravaqueños. Esto hizo que los moros urdieran un plan para dominarlos contaminando las aguas que llegaban hasta el castillo.
El plan de los moros produjo envenenamiento y enfermedad entre los refugiados y cuenta la leyenda que fue entonces cuando un grupo de templarios decidió salir del castillo. Aunque estaban rodeados, los caballeros lograron pasar y alejarse unas leguas hasta un lugar que llaman el Campillo de los Caballeros. Allí pudieron llenar de vino unos pellejos que llevaban consigo en sus caballerías. Regresaron y con gran habilidad sortearon la vigilancia de los moros, entrando a galope por la cuesta del castillo. El estado de los enfermos era deplorable, de tal modo que solamente un milagro salvaría a la población. Así es que los templarios decidieron bañar en el vino traído la reliquia de la Santa Cruz y luego se lo dieron a los enfermos, rezando para que sanasen. Así fue como la epidemia desapareció y los refugiados sanaron totalmente.

Hoy en día solo un caballo lleva dos odres de vino al principio del desfile y en plan testimonial, los pellejos llenos de vino han sido sustituido en los caballos por maravillosas vestimentas completas bordadas a mano que asombran y conmueven por su increíble trabajo.

Caballos hay más de una cincuentena y detrás de cada caballo hay una peña que apoya y porfía frente a las demás peñas. Las vestiduras de los caballos se acercan de los cuarenta mil euros en algunos casos, sirviendo de ostentación y orgullo para sus seguidores que poseen además lugares y sedes donde reunirse.

La fiesta se reparte por todas las sedes de las peñas, convirtiéndose en el lugar de celebración para comer y beber todos sus socios.

Al mismo tiempo se celebran los festejos de Moros y Cristianos, uno de los más lujosos e impresionantes de España en relación a una ciudad con el número de habitantes como el de Caravaca. Las distintas agrupaciones desfilan acompañadas por una banda de música, de modo que las bandas para caballos, moros y cristianos, seguro que pasan del centenar.

Si los vestidos de los caballeros cristianos son bonitos, no digamos los de los moros, y moras, que se cambian regularmente y casi cada año, superando los mil euros muchos de ellos.

Armaduras, cotas de mallas, cascos, armas y escudos, capas y sobrevestes, son impresionantes y todos los de la misma agrupación, iguales y conjuntados, Todo una gozada.

He de mencionar que el sábado nos acercamos al mediodía a la próxima población de Calasparras, pequeña ciudad famosa por su arroz y allí pudimos degustar un arroz con conejo y caracoles que "quitaba el sentío". El restaurante Centro fue el lugar donde nos lo sirvieron, así es que ya lo sabes, si pasas por Calasparras.

Dos días de fiesta que hemos pasado, pero que ha continuado hasta el día cinco de Mayo.

Desde luego que lo recomiendo vivamente a todo el que le guste este tipo de celebraciones. El espectáculo desde las tribunas que colocan en la Gran Vía de Caravaca es magnífico, los asientos son cómodos y en los bares y confiterías que hay en la ciudad nos surtirán de exquisitas viandas, en dulce y salado, para acompañar los tragos del Vinillo de la Cruz, indispensable en estas fiestas.