Es
imposible quitar de tu cabeza
lo
que vive en tu corazón.
Ya
sé que el corazón es una víscera que bombea sangre a todo el
cuerpo..., pero ése no es el corazón del que voy a hablar. El
corazón que me impulsa a escribir estas letras es el lugar donde
habitan todos los seres a los que amo, es el sitio que contiene todos
mis sentimientos, es el consuelo de mis penas y..., por supuesto está
en mi pecho.
Mi
corazón es virtual..., seguro. No cabría dentro de mi y..., ¡hay
tanta gente dentro!
Su
interior es cálido y tierno, sus paredes son blanditas y sensibles y
si estás dentro de él, con tus manos puedes tocar el techo de mi
corazón..., hasta su suelo es suave como la seda y mullido como el
algodón. Tiene estancias, unas más grandes que otras..., y pasillos
para circular por su interior, siendo mi propio sentimiento lo que
ilumina todo el lugar con una luz íntima y tenue.
Dentro
de mi corazón vive mucha gente, gente que no ha de quererme
necesariamente, pero a los que de una u otra forma amo en mayor o
menor medida..., incluso hay gente que tengo casi olvidada, que se
han situado en un rincón de mi corazón, (como dice la canción
“..., en
un rincón del alma...”),
pero que seguirán ahí mientras yo viva. Hay quien pasea por mi
corazón y se dedica a arañar sus paredes o a patear sus rincones y
…, claro, eso me duele. La mayoría de las veces me aguanto y lo
“sufro en
silencio”,
aunque en contadas ocasiones han llegado a despertar en mi la
suficiente ira como para forzarme a expulsar tan molesto inquilino.
Todos
los habitantes de mi corazón tienen su lugar y la inmensa mayoría
abrazan sus quicios y recovecos, besan sus paredes y descansan sobre
su mullido suelo... Esa ternura que me dan, es mi consuelo y lo que
alimenta la fuente de mis sentimientos.
Los
protagonistas cotidianos de mi corazón fluctúan periódicamente,
según mis recuerdos y mis propios sentimientos, pasan a primera fila
o discretamente se retiran a rincones semiocultos.
Es
entre esos protagonistas donde está la persona que más me ha amado
en mi vida, quien me entregó toda su existencia y quien dedica todo
su empeño en recordarme los maravillosos momentos que compartió
conmigo.
Es
quien me regaló los cuarenta y cinco años más extraordinarios que
nadie pueda imaginar.
Es
quien dejó para siempre en mi boca, el aleteo de mariposa de su
beso.
Es
quien fijó en
mis ojos su última mirada húmeda y cálida.
Es
quien puso en mi mejilla la más dulce caricia de su mano.
Es
quien impregnó mi cuello con el aliento que acompañaba a su abrazo.
Es
quien depositó en la yema de mis dedos, el poso de su piel.
Es
quien ha conseguido que en mi oído perdure el sonido de su voz..., y
en mi corazón...
Es
quien, apoyada en mis recuerdos, sopla constantemente sobre el
rescoldo de amor que dejó...
Hoy
mi corazón está en paz y me siento afortunado de que sea portador
de tanto amor y tanta gente a la que querer.
Si...,
decididamente mi corazón es muy grande y en él cabes hasta tú,
amable lector. Ahí tienes un lugar mientras yo viva y es igual que
mueras o no, en mi corazón siempre estarás vivo.