15 abril, 2009
En la oscuridad...
Abrió los ojos de golpe y la luz que se colaba por una rendija de la ventana le permitió percibir los objetos de la alcoba. Algún ruido la debía haber despertado, aunque en este momento no se oía nada. Giró la cabeza y miró la hora en el despertador de números luminosos..., "las tres y catorce".
Sólo hacia un par de horas que se había acostado. Cerro los ojos y se dispuso a coger el sueño de nuevo. De pronto oyó un ruido que le hizo prestar toda su atención. Era como el sonido que hace el rascar una pared, suave e inquietante. En el silencio volvió a percibirlo tenuemente y se inquietó al pensar en su origen..., ¿un ratón tal vez?, "no puede ser, pero..." Metió los brazos y permaneció quieta bajo las sábanas. Era frecuente que se despertase en la noche con la sensación de no poder eructar, los ardores la obligaban, con frecuencia, a saltar de la cama para tomar un poco de bicarbonato que aliviase su mala digestión, pero éste no era el caso, cuatro horas antes de meterse en la cama había cenado un par de naranjas con aceite y eso no era como para tener mal cuerpo.
El ruido sonó de nuevo y esta vez le pareció que era dentro del armario, "rrisss, rrasss..., rrisss, rrasss..."
Levantó con suavidad las sábanas y se sentó en la cama, así estuvo un ratito hasta que lo volvió a oír, pero ahora le pareció que era en el pasillo. Se puso de pie y lentamente salió de la alcoba en la oscuridad. Del comedor le pareció percibir un resplandor suave y fosforescente. Otra vez oyó el ruidito "rrisss, rrasss..., rrisss, rrasss..." Anduvo con lentitud en la oscuridad y empujó suavemente la puerta. Dentro del comedor, a oscuras y junto a la cómoda vio la figura de una muchacha, que desprendía una luz suave y verdosa de su propio cuerpo y la miraba con ojos casi blancos, mientras rascaba la pared. Sintió que las piernas no la sujetaban y cayó al suelo desmayada.
-"Mary, Mary despierta...," - Juan le daba guantazos en las mejillas para que recuperase el sentido, abrió los ojos y levantó los brazos para dejar de recibir los tortazos...
-¿Que te ha pasado? me has despertado al caer ¿Que te ha pasado? menudo susto me has dado¿Te encuentras bien? ¿Llamo al médico? ¿Que te ha pasado?...
Demasiadas preguntas y nada que contestar, Juan la había recogido del suelo y la había dejado sobre la cama, así es que se acomodó bajo las sábanas y solo acertó a balbucir "...ya me encuentro bien, déjame" .
Juan protestó por la falta de información pero se adecuo a la situación y después de apagar la luz se metió en la cama.
El silencio quedó pronto roto por la fuerte y acompasada respiración de Juan y de nuevo Mary abrió los ojos en la oscuridad. Así estuvo un buen rato y no volvió a oír el ruido, ¿Quien sería la muchacha de la aparición? y ¿porqué rascaba la pared? ¿A quien le iba a contar lo que había visto? la tomarían por loca seguramente..., y se quedó dormida.
Abrió los ojos y tuvo la sensación de haber oído de nuevo el "rrisss, rrasss..." Giró la cabeza y miró la hora ..., "las tres y catorce". se quedó perpleja con la vista fija en los números y al ratito vio que el cuatro se convertía en un cinco, o sea..., "las tres y quince"... Cerró los ojos e intentó continuar durmiendo.
Serían las nueve de la mañana cuando se levantó y lo primero que hizo fue acercarse al comedor para mirar donde la figura de la muchacha rascaba la pared.
El ruido sonó de nuevo y esta vez le pareció que era dentro del armario, "rrisss, rrasss..., rrisss, rrasss..."
Levantó con suavidad las sábanas y se sentó en la cama, así estuvo un ratito hasta que lo volvió a oír, pero ahora le pareció que era en el pasillo. Se puso de pie y lentamente salió de la alcoba en la oscuridad. Del comedor le pareció percibir un resplandor suave y fosforescente. Otra vez oyó el ruidito "rrisss, rrasss..., rrisss, rrasss..." Anduvo con lentitud en la oscuridad y empujó suavemente la puerta. Dentro del comedor, a oscuras y junto a la cómoda vio la figura de una muchacha, que desprendía una luz suave y verdosa de su propio cuerpo y la miraba con ojos casi blancos, mientras rascaba la pared. Sintió que las piernas no la sujetaban y cayó al suelo desmayada.
-"Mary, Mary despierta...," - Juan le daba guantazos en las mejillas para que recuperase el sentido, abrió los ojos y levantó los brazos para dejar de recibir los tortazos...
-¿Que te ha pasado? me has despertado al caer ¿Que te ha pasado? menudo susto me has dado¿Te encuentras bien? ¿Llamo al médico? ¿Que te ha pasado?...
Demasiadas preguntas y nada que contestar, Juan la había recogido del suelo y la había dejado sobre la cama, así es que se acomodó bajo las sábanas y solo acertó a balbucir "...ya me encuentro bien, déjame" .
Juan protestó por la falta de información pero se adecuo a la situación y después de apagar la luz se metió en la cama.
El silencio quedó pronto roto por la fuerte y acompasada respiración de Juan y de nuevo Mary abrió los ojos en la oscuridad. Así estuvo un buen rato y no volvió a oír el ruido, ¿Quien sería la muchacha de la aparición? y ¿porqué rascaba la pared? ¿A quien le iba a contar lo que había visto? la tomarían por loca seguramente..., y se quedó dormida.
Abrió los ojos y tuvo la sensación de haber oído de nuevo el "rrisss, rrasss..." Giró la cabeza y miró la hora ..., "las tres y catorce". se quedó perpleja con la vista fija en los números y al ratito vio que el cuatro se convertía en un cinco, o sea..., "las tres y quince"... Cerró los ojos e intentó continuar durmiendo.
Serían las nueve de la mañana cuando se levantó y lo primero que hizo fue acercarse al comedor para mirar donde la figura de la muchacha rascaba la pared.
La radio de los sesenta.
Recuerdos de los sesenta
Cuando Mari Puri cumplió los quince años tenía una pasión, la radio.
La radio era todo un mundo abierto a la imaginación y Mari Puri, de eso tenía pa echarle a los marranos.
Cuando cosía, cuando limpiaba el polvo o hacía cualquier faena doméstica, su mente y su sentío estaba en el mundo de la radio. Se conocía la letra de todas las canciones y tonadillas, desde las de Juanito Valderrama a las de Marifé, desde las de Bruno Lomas a las de Karina, pero lo que más le ponían eran las cancioncillas de José Luis y su guitarra o las baladas de Andrés Caparrós.
Aquellos discos dedicados de “Aquí radio Andorra, emisora del Principado de Andorra...” con su ristra interminable de dedicatorias... “ ... para Lupe, en su aniversario de boda, de su marido Juan Manuel que la quiere y para Josefina de quien ella sabe... escuchen ustedes a Luisa Linares y los Galindos en la bonita melodía De tu novio qué...”, o si no los seriales de sobremesa y vespertinos, Ama Rosa... “... con Juana Ginzo en el papel estelar de Ama Rosa, con José Fernando Dicenta como el Doctor Beltrán y Julio Varela como narrador...”, Matilde, Perico y Periquín...” ...con Matilde Conesa, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso...”, y después de la presentación, la incombustible cancioncilla de :
Yo soy aquel negrito
del África tropical,
que cultivando cantaba
la canción del Cola Cao.
Y como verán Ustedes,
les voy a relatar
las múltiples cualidades
de este producto sin par...
Al medio día, a eso de las dos y media, Mari Puri, tenía que dejar el control de la radio a su padre Diego, republicano silencioso y domado por el franquismo, impertérrito escuchante del Parte, diario hablado, versión radiofónica del NO&DO, que daba cuenta de los pantanos que se inauguraban, de los logros del Movimiento Nacional, del contubernio judeo-masónico, de Educación y Descanso y el Sindicato Vertical, entre otras efemérides. Informaciones que completaba siempre a las diez de la noche y más tarde con lo que decían en onda corta, entre pitidos insoportables, la BBC de Londres en su diario de lengua española, Radio París... "Ici Paris. Vous pouvez entendre notre emission en langue espagnole...", o si no, Radio España Independiente estación Pirenaica.
Podría decirse que la radio desempeñaba una misión más importante que la que hoy cumple la televisión. Y es que unía a la familia. La televisión obliga a dedicarle una atención casi total. Con la radio se podían hacer otras cosas a la vez, Mari Puri podía cocinar, planchar, lavar o coser y además permitía compartir el calorcito del brasero de picón en la mesa camilla, con toda su familia. Allí la abuela, el tito Teodoro, solterón que vivía en casa y los demás reunidos, escuchaban y comentaban lo que oían.
A Mari Puri le encantaba oír a aquellos locutores inolvidables como: Bobby Deglané y José Luis Peker, Raul Matas o Alberto Oliveras. programas como Cabalgata Fin de Semana concursos como Doble o Nada; El humor de “Yo soy El Zorro, zorro, zorrito, para mayores y pequeñitos; yo soy El Zorro, señores, de mil amores voy a empezar" y Carrusel Deportivo con Martín Blanco y Vicente Marcos, Matías Prats y sus retransmisiones de partidos de fútbol, o El Gran Musical entre tantos otros.
La radio era la ventana al mundo que Mari Puri tenía, el escape de la rutina, el balcón de los sentimientos.
Mari Puri, que estuvo cosiendo en lo de la maestra Dolores recuerda a todas las nenas, ella incluida, llorando mientras cosían y escuchando los desamores de "Lo que no muere", de Guillermo Sautier Casaseca, o los consejos que se daban en el Consultorio de doña Elena Francis.
Si le quitabas la radio a Mari Puri la matabas, ahí encontraba la alegría de las canciones que cantaba voz en grito mientra fregaba y a la par que la tonadillera de turno, se meaba de risa con las tonturas de Gila o el Zorro y lloraba a moco tendido con las desgracias amorosas de la protagonista del serial de las tardes, que entre otras cosas hablaban correcto castellano y no el dichoso argot sudamericano al que nos acostumbran los culebrones televisivos de sobremesa y que son mofa, “...¡ole que precios!”, de los anuncios de SuperSol.
Cuando Mari Puri cumplió los quince años tenía una pasión, la radio.
La radio era todo un mundo abierto a la imaginación y Mari Puri, de eso tenía pa echarle a los marranos.
Cuando cosía, cuando limpiaba el polvo o hacía cualquier faena doméstica, su mente y su sentío estaba en el mundo de la radio. Se conocía la letra de todas las canciones y tonadillas, desde las de Juanito Valderrama a las de Marifé, desde las de Bruno Lomas a las de Karina, pero lo que más le ponían eran las cancioncillas de José Luis y su guitarra o las baladas de Andrés Caparrós.
Aquellos discos dedicados de “Aquí radio Andorra, emisora del Principado de Andorra...” con su ristra interminable de dedicatorias... “ ... para Lupe, en su aniversario de boda, de su marido Juan Manuel que la quiere y para Josefina de quien ella sabe... escuchen ustedes a Luisa Linares y los Galindos en la bonita melodía De tu novio qué...”, o si no los seriales de sobremesa y vespertinos, Ama Rosa... “... con Juana Ginzo en el papel estelar de Ama Rosa, con José Fernando Dicenta como el Doctor Beltrán y Julio Varela como narrador...”, Matilde, Perico y Periquín...” ...con Matilde Conesa, Matilde Vilariño y Pedro Pablo Ayuso...”, y después de la presentación, la incombustible cancioncilla de :
Yo soy aquel negrito
del África tropical,
que cultivando cantaba
la canción del Cola Cao.
Y como verán Ustedes,
les voy a relatar
las múltiples cualidades
de este producto sin par...
Al medio día, a eso de las dos y media, Mari Puri, tenía que dejar el control de la radio a su padre Diego, republicano silencioso y domado por el franquismo, impertérrito escuchante del Parte, diario hablado, versión radiofónica del NO&DO, que daba cuenta de los pantanos que se inauguraban, de los logros del Movimiento Nacional, del contubernio judeo-masónico, de Educación y Descanso y el Sindicato Vertical, entre otras efemérides. Informaciones que completaba siempre a las diez de la noche y más tarde con lo que decían en onda corta, entre pitidos insoportables, la BBC de Londres en su diario de lengua española, Radio París... "Ici Paris. Vous pouvez entendre notre emission en langue espagnole...", o si no, Radio España Independiente estación Pirenaica.
Podría decirse que la radio desempeñaba una misión más importante que la que hoy cumple la televisión. Y es que unía a la familia. La televisión obliga a dedicarle una atención casi total. Con la radio se podían hacer otras cosas a la vez, Mari Puri podía cocinar, planchar, lavar o coser y además permitía compartir el calorcito del brasero de picón en la mesa camilla, con toda su familia. Allí la abuela, el tito Teodoro, solterón que vivía en casa y los demás reunidos, escuchaban y comentaban lo que oían.
A Mari Puri le encantaba oír a aquellos locutores inolvidables como: Bobby Deglané y José Luis Peker, Raul Matas o Alberto Oliveras. programas como Cabalgata Fin de Semana concursos como Doble o Nada; El humor de “Yo soy El Zorro, zorro, zorrito, para mayores y pequeñitos; yo soy El Zorro, señores, de mil amores voy a empezar" y Carrusel Deportivo con Martín Blanco y Vicente Marcos, Matías Prats y sus retransmisiones de partidos de fútbol, o El Gran Musical entre tantos otros.
La radio era la ventana al mundo que Mari Puri tenía, el escape de la rutina, el balcón de los sentimientos.
Mari Puri, que estuvo cosiendo en lo de la maestra Dolores recuerda a todas las nenas, ella incluida, llorando mientras cosían y escuchando los desamores de "Lo que no muere", de Guillermo Sautier Casaseca, o los consejos que se daban en el Consultorio de doña Elena Francis.
Si le quitabas la radio a Mari Puri la matabas, ahí encontraba la alegría de las canciones que cantaba voz en grito mientra fregaba y a la par que la tonadillera de turno, se meaba de risa con las tonturas de Gila o el Zorro y lloraba a moco tendido con las desgracias amorosas de la protagonista del serial de las tardes, que entre otras cosas hablaban correcto castellano y no el dichoso argot sudamericano al que nos acostumbran los culebrones televisivos de sobremesa y que son mofa, “...¡ole que precios!”, de los anuncios de SuperSol.
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