- ¿Sabes lo que me apetece?..., pues irnos a un apartamento a la orilla del mar, así nos quitamos de los fríos que vienen..., compramos pescado fresco..., paseamos por la orilla del mar..., igual que hicimos el mes de Junio en Altea..., pero ahora me gustaría que fuésemos a Almería o a la costa de Granada.
- Pues claro que sí, lo que tú quieras, pero ¿no es mejor ir de hotel?
- No, no, apartamento, así hago yo la comida y comemos pescado todos los días.
- Pues ya ves..., por mí encantado, ya sabes que es lo que más me gusta...
Y así seguimos caminando hacia la Plaza de las Batallas, donde habíamos dejado aparcado el coche, hablando sobre los distintos destinos que podíamos elegir y proyectando nuestro día a día en la playa, incluso pensando en quedarnos un mes o más.
Pasada una semana, en los primeros días de octubre, me propuso mi Carmen volver a Jaén para hacer algunas compras y al mismo tiempo, pedir cita para el T.A.C., que le habían mandado que se hiciera para la próxima consulta de oncología en febrero de este año.
- …, así nos podremos ir tranquilos y cuando sea la fecha del T.A.C., volvemos a Jaén para hacérmelo...
Me pareció muy bien y lo hicimos de ese modo, diciéndonos la funcionaria que nos atendió que ya recibiríamos una comunicación por escrito con la fecha y la hora.
Pasó el mes de octubre y la carta del S.A.S. no vino, así es que a mediados de noviembre volvimos al mismo mostrador para ver si es que se había perdido la carta o qué.
- No, no se ha perdido, esperen ustedes que ya la recibirán.
Cuando intenté discutir que para dar una cita no hace falta tanta pamplina y que los enfermos no deben estar pendientes del correo en su casa, pues pueden desear viajar o ir a donde quieran, mi Carmen me pidió que no entrase en discusiones que a nada conducían y que al fin y al cabo ya se aproximaba la Navidad, que la pasarían nuestros hijos en Alcaudete, que disfrutaríamos de nuestro pequeño nieto en casa y que luego, después de Reyes, ya nos iríamos a la playa.
El día diez de enero volvimos al Hospital de Jaén, para reclamar la cita del T.A.C., y ocurrió lo mismo que en noviembre – Ya recibirán la carta en su domicilio - Mi indignación solo se vio frenada por el deseo de mi Carmen de no entrar en discusiones estériles, así es que nos volvimos a Alcaudete sin la deseada cita y sin la posibilidad de contratar ninguno de los apartamentos con los que habíamos contactado por internet.
En febrero, quince días antes de la consulta en oncología, volvimos al Hospital de Jaén para que mi Carmen se hiciese el análisis de sangre con los parámetros que le habían indicado y mientras ella esperaba que le hiciesen la extracción, me dirigí una vez más a reclamar la cita del T.A.C.
- Ya se le comunicará por escrito a su casa.
- Ni mucho menos, - le contesté - esa cita me la llevo yo hoy de aquí ¿Donde está el jefe de este departamento?
- Está en una reunión y no vendrá en toda la mañana así es que...,
- Bueno pues entonces me va a indicar donde está el director del Hospital.
Indignado e impotente ante tanta incompetencia me dirigí a las dependencias donde están ubicados los despachos de dirección.
Tengo que hacer un inciso para significar la amplitud y el lujo de dichos despachos, ¡hasta los pasillos son bastante más anchos que los del resto del Hospital!..., mientras los enfermos se hacinan en pequeñas habitaciones, de tres en tres.
Fui atendido correctamente y una señorita, jefa de no se qué, me acompañó de nuevo a donde dan las citas para el T.A.C., donde la conseguí para el día siguiente por la mañana, incluso le dieron a mi Carmen ese brebaje que tenía que tomarse horas antes y que durante más de cuatro años habíamos tenido que comprar en la farmacia, porque la Seguridad Social no lo receta.
Pues bien, pasados unos días tuvimos que asistir a la consulta de oncología, que nos habían programado en septiembre pasado y..., ¿ a que no sabe el amable lector que es lo que ocurrió?, pues que nos informaron que el T.A.C., no estaba listo, pues hacía pocos días que lo habían hecho, así es que nos rogaron que volviésemos a consulta el día uno de marzo.
El veintiséis de febrero recibimos una carta en la que posponían la cita para el ocho de marzo y ese día, por fin, pudimos tener vía libre para irnos a la playa, después de haber pasado toda la temporada de frío en Alcaudete.
Mi Carmen, que sabía que su tiempo se reducía inexorablemente, cambió su deseo de apartamento por una semana de hotel en Almuñecar y lo más pronto que lo conseguimos fue para el veintidós de marzo, contratado en Viajes del Corte Inglés.
El domingo veinte, o sea dos días antes de irnos, tuvo mi Carmen un episodio muy doloroso que me obligó a llamar a urgencias de Alcaudete. Se presentaron de madrugada y no le suministraron ningún calmante …
- Porque eso puede enmascarar el diagnóstico - le contestaron cuando suplicó algo para soportar el dolor. La llevaron al C.H.A.R.E., de Alcaudete, donde le hicieron una radiografía y un análisis de sangre y, como siempre que hemos ido de urgencias a ese centro, nos dijeron que nos fuésemos al Hospital de Jaén en donde, después de hacerle un nuevo análisis de sangre, le inyectaron el calmante que tanto demandaba. A las dos horas nos dieron el alta y nos dijeron que nos podíamos marchar.
Llegamos el martes veintidós a Almuñecar y el veinticuatro la operaron de una gravísima peritonitis septicémica en el Hospital de Motril, lugar en donde murió el día siete de Abril.
Todo este relato es para denunciar públicamente el daño añadido a la propia enfermedad que descerebrados funcionarios de la sanidad pública pueden causar a los pacientes, que bastante tienen con lo que tienen. Funcionarios sanitarios, burócratas incompetentes que se dictan sus normas de actuación en función de sus intereses personales, despreciando por completo lo que pueda interesarle a los pacientes, sin pararse ni un momento a analizar que su puesto de trabajo existe solo en función de que existe la enfermedad y los enfermos.
Es de justicia sacar de este inmundo saco de arbitrariedad y negligencia al magnífico elenco de profesionales del Departamento de Oncología del Hospital de Jaén y a Arturo, ese maravilloso especialista de digestivo del que mi Carmen decía que era un ángel que nos habíamos encontrado en los pasillos del Hospital de Jaén.
- Pues claro que sí, lo que tú quieras, pero ¿no es mejor ir de hotel?
- No, no, apartamento, así hago yo la comida y comemos pescado todos los días.
- Pues ya ves..., por mí encantado, ya sabes que es lo que más me gusta...
Y así seguimos caminando hacia la Plaza de las Batallas, donde habíamos dejado aparcado el coche, hablando sobre los distintos destinos que podíamos elegir y proyectando nuestro día a día en la playa, incluso pensando en quedarnos un mes o más.
Pasada una semana, en los primeros días de octubre, me propuso mi Carmen volver a Jaén para hacer algunas compras y al mismo tiempo, pedir cita para el T.A.C., que le habían mandado que se hiciera para la próxima consulta de oncología en febrero de este año.
- …, así nos podremos ir tranquilos y cuando sea la fecha del T.A.C., volvemos a Jaén para hacérmelo...
Me pareció muy bien y lo hicimos de ese modo, diciéndonos la funcionaria que nos atendió que ya recibiríamos una comunicación por escrito con la fecha y la hora.
Pasó el mes de octubre y la carta del S.A.S. no vino, así es que a mediados de noviembre volvimos al mismo mostrador para ver si es que se había perdido la carta o qué.
- No, no se ha perdido, esperen ustedes que ya la recibirán.
Cuando intenté discutir que para dar una cita no hace falta tanta pamplina y que los enfermos no deben estar pendientes del correo en su casa, pues pueden desear viajar o ir a donde quieran, mi Carmen me pidió que no entrase en discusiones que a nada conducían y que al fin y al cabo ya se aproximaba la Navidad, que la pasarían nuestros hijos en Alcaudete, que disfrutaríamos de nuestro pequeño nieto en casa y que luego, después de Reyes, ya nos iríamos a la playa.
El día diez de enero volvimos al Hospital de Jaén, para reclamar la cita del T.A.C., y ocurrió lo mismo que en noviembre – Ya recibirán la carta en su domicilio - Mi indignación solo se vio frenada por el deseo de mi Carmen de no entrar en discusiones estériles, así es que nos volvimos a Alcaudete sin la deseada cita y sin la posibilidad de contratar ninguno de los apartamentos con los que habíamos contactado por internet.
En febrero, quince días antes de la consulta en oncología, volvimos al Hospital de Jaén para que mi Carmen se hiciese el análisis de sangre con los parámetros que le habían indicado y mientras ella esperaba que le hiciesen la extracción, me dirigí una vez más a reclamar la cita del T.A.C.
- Ya se le comunicará por escrito a su casa.
- Ni mucho menos, - le contesté - esa cita me la llevo yo hoy de aquí ¿Donde está el jefe de este departamento?
- Está en una reunión y no vendrá en toda la mañana así es que...,
- Bueno pues entonces me va a indicar donde está el director del Hospital.
Indignado e impotente ante tanta incompetencia me dirigí a las dependencias donde están ubicados los despachos de dirección.
Tengo que hacer un inciso para significar la amplitud y el lujo de dichos despachos, ¡hasta los pasillos son bastante más anchos que los del resto del Hospital!..., mientras los enfermos se hacinan en pequeñas habitaciones, de tres en tres.
Fui atendido correctamente y una señorita, jefa de no se qué, me acompañó de nuevo a donde dan las citas para el T.A.C., donde la conseguí para el día siguiente por la mañana, incluso le dieron a mi Carmen ese brebaje que tenía que tomarse horas antes y que durante más de cuatro años habíamos tenido que comprar en la farmacia, porque la Seguridad Social no lo receta.
Pues bien, pasados unos días tuvimos que asistir a la consulta de oncología, que nos habían programado en septiembre pasado y..., ¿ a que no sabe el amable lector que es lo que ocurrió?, pues que nos informaron que el T.A.C., no estaba listo, pues hacía pocos días que lo habían hecho, así es que nos rogaron que volviésemos a consulta el día uno de marzo.
El veintiséis de febrero recibimos una carta en la que posponían la cita para el ocho de marzo y ese día, por fin, pudimos tener vía libre para irnos a la playa, después de haber pasado toda la temporada de frío en Alcaudete.
Mi Carmen, que sabía que su tiempo se reducía inexorablemente, cambió su deseo de apartamento por una semana de hotel en Almuñecar y lo más pronto que lo conseguimos fue para el veintidós de marzo, contratado en Viajes del Corte Inglés.
El domingo veinte, o sea dos días antes de irnos, tuvo mi Carmen un episodio muy doloroso que me obligó a llamar a urgencias de Alcaudete. Se presentaron de madrugada y no le suministraron ningún calmante …
- Porque eso puede enmascarar el diagnóstico - le contestaron cuando suplicó algo para soportar el dolor. La llevaron al C.H.A.R.E., de Alcaudete, donde le hicieron una radiografía y un análisis de sangre y, como siempre que hemos ido de urgencias a ese centro, nos dijeron que nos fuésemos al Hospital de Jaén en donde, después de hacerle un nuevo análisis de sangre, le inyectaron el calmante que tanto demandaba. A las dos horas nos dieron el alta y nos dijeron que nos podíamos marchar.
Llegamos el martes veintidós a Almuñecar y el veinticuatro la operaron de una gravísima peritonitis septicémica en el Hospital de Motril, lugar en donde murió el día siete de Abril.
Todo este relato es para denunciar públicamente el daño añadido a la propia enfermedad que descerebrados funcionarios de la sanidad pública pueden causar a los pacientes, que bastante tienen con lo que tienen. Funcionarios sanitarios, burócratas incompetentes que se dictan sus normas de actuación en función de sus intereses personales, despreciando por completo lo que pueda interesarle a los pacientes, sin pararse ni un momento a analizar que su puesto de trabajo existe solo en función de que existe la enfermedad y los enfermos.
Es de justicia sacar de este inmundo saco de arbitrariedad y negligencia al magnífico elenco de profesionales del Departamento de Oncología del Hospital de Jaén y a Arturo, ese maravilloso especialista de digestivo del que mi Carmen decía que era un ángel que nos habíamos encontrado en los pasillos del Hospital de Jaén.
4 comentarios:
En estos dias hemos echado de menos a vuesa Majestad, esperamos que encuentre la paz y el sosiego.
Ensordecedor este relato, sin duda alguna. Aún me pregunto cómo ha sido capaz de relatarlo tan minuciosamente y expresarlo todo tan bien. No tengo palabras. Espero que a parte de este relato usted también haya puesto como mínimo una denuncia en el hospital. Por desgracia casos como el de su mujer suceden a diario, y de esto sé bastante, actualmente trabajo en una compañía de Salud privada y escuchas casos que jamás puedes imaginarte, además, por desgracia lo he sufrido también en carne propia.
Desde aquí únicamente puedo darle mucho ánimo y fuerza para que siga escribiendo. El enlace me lo pasó mi pareja, no sé exactamente si por mera casualidad o por buscar algo en concreto encontró hace ya algunos meses su blog pero hasta hoy yo no lo había leído.
Sólo decirle que somos paisanos, me he criado y he vivido desde que nací y hasta los dieciocho años, que salí de mi casa por estudios, en las Ventas del Carrizal, pueblo que visito muy a menudo y en el que actualmente me encuentro pasando unos días con mis padres y hermano.
Un abrazo y mucho ánimo.
Gracias María..., pero no, no he denunciado nada, no sirve para nada, si te has dado cuenta tenemos la mejor sanidad del mundo mundial y este relato solo es, para las autoridades sanitarias, un incordio que está molestando al autobombo y complacencia oficial sobre la manera de como se atienden a los enfermos en nuestra Andalucía...
Solo ruego porque, los implicados en este relato, tengan llegado su momento un sufrimiento de semejante cantidad y calidad o que sientan la amargura que llena mi corazón.
Nunca es tarde para leer tan desgarrador testimonio q por desgracia conozco y con el q me siento identificada... lo mejor de tú Carmen seguro q fuístes TÚ... y para ella lo peor de su marcha el saber q se quedaba sin ti y tú sin ella. Me descubro ante ti y tus sentimientos...no dejes de escribir pq tus experiencias y vivencias no tienen fecha de caducidad. Mil besos q te los has ganado.
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