El viernes 30 de Abril, salimos de Alcaudete a eso de las nueve de la mañana con destino a Caravaca, en la comunidad murciana, para asistir a sus fiestas de los Caballos del Vino.
Nos fuimos hacia Guadix vía Iznalloz, pues desconocíamos si se había reparado la A-92 en el gran socavón que se produjo cerca de Granada por las últimas lluvias. El buen tiempo nos acompañó todo el trayecto, pasamos Baza y nos salimos de la autovía para tomar el desvío a Cúllar que pasando por la Puebla de Don Fadrique nos dejaría a las puertas de Calatrava de la Cruz.
Nos teníamos que alojar en el Hostal rural El Zorro en el pequeño municipio de Barranda a dieciocho kilómetros de Caravaca. Este alojamiento lo habíamos reservado en el mes de enero ya que a esa fecha estaban completos los hoteles y la hospedería de Caravaca. El hostal El Zorro, no merece mayor atención pues era de lo más mediocre, no por las instalaciones que son bastante buenas sino por pequeños detalles que te hacer incómoda la estancia, falta de limpieza, grifos en mal estado por la cal acumulada, agua templada tirando a fría, falta de almohadas para suplementar las existentes, mal aislamiento entre habitaciones, chirridos de las bisagras de las puertas, tapa del water descolgada, televisión demasiado pequeña, etc., cosas subsanables prestando un poco de atención al establecimiento y que sin duda dejarían mejor impresión entre los clientes.
Esa misma tarde pudimos tomar contacto con Caravaca, ciudad bonita y bien cuidada, algo mayor que Alcalá la Real en habitantes, pero mucho mayor en sus edificios y servicios. La Gran Vía de Caravaca es impresionante y toda ella nos la encontramos engalanada esperando los festejos que se nos ofrecerían el fin de semana. Sus restaurantes, cafeterías y bares dejaban bien a las claras que nos encontrábamos en una ciudad "de posibles" donde hay dinero, mucho dinero y que además, se lo saben gastar.
La ciudad moderna está bien diferenciada del barrio medieval que se encuentra adosado a los alrededores del castillo y de la basílica de la Santa Cruz. Este año es Jubilar, pero me parece que los demás años es igual.
Junto a Santo Toribio de Liébana, Santiago de Compostela, Jerusalén y la ciudad eterna de Roma, Caravaca de la Cruz, comparte el honor de ser una de las cinco ciudades que en el mundo pueden celebrar el jubileo.
La historia de la Cruz de Caravaca es motivo de un relato que pienso escribir pronto, pero cualquiera que esté interesado en el tema lo podrá encontrar en internet sin ir más lejos.
Lo primero que hago al llegar a una ciudad en plan turista, es acercarme a una oficina de turismo, donde generalmente son muy atentos y te dan todo tipo de informaciones. Allí me enteré que además de los Caballos del Vino celebran estos días sus fiestas de Moros y Cristianos y ¡como no! enamorado de las Fiestas Calatravas de Alcaudete, me dispuse a disfrutar con la contemplación de los maravillosos trajes que moros y cristianos lucen en sus desfiles.
Pero vamos por partes, los Caballos del Vino es una ancestral celebración que procede de cuando a finales del siglo XIII, la ciudad de Caravaca de la Cruz estaba protegida por la orden de los templarios.
Los habitantes vivían tranquilamente en el pueblo que rodeaba el castillo, hasta que los moros lograron asaltar la ciudad. Los lugareños resistieron pero los moros eran más poderosos y finalmente les invadieron. Muchos murieron, pero otros pudieron llegar hasta el castillo, que dio albergue a los exhaustos caravaqueños. Esto hizo que los moros urdieran un plan para dominarlos contaminando las aguas que llegaban hasta el castillo.
El plan de los moros produjo envenenamiento y enfermedad entre los refugiados y cuenta la leyenda que fue entonces cuando un grupo de templarios decidió salir del castillo. Aunque estaban rodeados, los caballeros lograron pasar y alejarse unas leguas hasta un lugar que llaman el Campillo de los Caballeros. Allí pudieron llenar de vino unos pellejos que llevaban consigo en sus caballerías. Regresaron y con gran habilidad sortearon la vigilancia de los moros, entrando a galope por la cuesta del castillo. El estado de los enfermos era deplorable, de tal modo que solamente un milagro salvaría a la población. Así es que los templarios decidieron bañar en el vino traído la reliquia de la Santa Cruz y luego se lo dieron a los enfermos, rezando para que sanasen. Así fue como la epidemia desapareció y los refugiados sanaron totalmente.
Hoy en día solo un caballo lleva dos odres de vino al principio del desfile y en plan testimonial, los pellejos llenos de vino han sido sustituido en los caballos por maravillosas vestimentas completas bordadas a mano que asombran y conmueven por su increíble trabajo.
Caballos hay más de una cincuentena y detrás de cada caballo hay una peña que apoya y porfía frente a las demás peñas. Las vestiduras de los caballos se acercan de los cuarenta mil euros en algunos casos, sirviendo de ostentación y orgullo para sus seguidores que poseen además lugares y sedes donde reunirse.
La fiesta se reparte por todas las sedes de las peñas, convirtiéndose en el lugar de celebración para comer y beber todos sus socios.
Al mismo tiempo se celebran los festejos de Moros y Cristianos, uno de los más lujosos e impresionantes de España en relación a una ciudad con el número de habitantes como el de Caravaca. Las distintas agrupaciones desfilan acompañadas por una banda de música, de modo que las bandas para caballos, moros y cristianos, seguro que pasan del centenar.
Si los vestidos de los caballeros cristianos son bonitos, no digamos los de los moros, y moras, que se cambian regularmente y casi cada año, superando los mil euros muchos de ellos.
Armaduras, cotas de mallas, cascos, armas y escudos, capas y sobrevestes, son impresionantes y todos los de la misma agrupación, iguales y conjuntados, Todo una gozada.
He de mencionar que el sábado nos acercamos al mediodía a la próxima población de Calasparras, pequeña ciudad famosa por su arroz y allí pudimos degustar un arroz con conejo y caracoles que "quitaba el sentío". El restaurante Centro fue el lugar donde nos lo sirvieron, así es que ya lo sabes, si pasas por Calasparras.
Dos días de fiesta que hemos pasado, pero que ha continuado hasta el día cinco de Mayo.
Desde luego que lo recomiendo vivamente a todo el que le guste este tipo de celebraciones. El espectáculo desde las tribunas que colocan en la Gran Vía de Caravaca es magnífico, los asientos son cómodos y en los bares y confiterías que hay en la ciudad nos surtirán de exquisitas viandas, en dulce y salado, para acompañar los tragos del Vinillo de la Cruz, indispensable en estas fiestas.
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