En la terraza de un bar del puerto de Adra, dos parejas charlan animadamente ante unas cervezas y unas tapas de pulpo seco a la plancha.
Son, José y la Yoli con Indalecio y Marimar. Indalecio es hermano de Yoli y naturales de Adra. Marimar es del Ejido, en el poniente almeriense y está casada con Indalecio. José es de Alcaudete, en la provincia de Jaén, y comparte su vida con la Yoli que espera para Septiembre su primer hijo.
Indalecio y José se conocieron haciendo la mili en Viator, se hicieron buenos amigos y en varias ocasiones pasaron juntos algunos permisos militares en Adra. Allí conoció José a la Yoli, se hicieron novios y acabaron casándose para vivir en un discreto y moderno piso cerca del puerto de Adra.
José se gana la vida con un invernadero que tiene cerca de la autovía que te lleva a Almería e Indalecio es profesor de literatura en el instituto de secundaria Abdera.
Marimar se agacha y recoge del suelo una pequeña Cruz de Caravaca que había llamado su atención por su reflejo plateado.
- ¿Que es eso nena?
- Creo que es una Cruz de Caravaca.
A José le llama la atención y se la pide a Marimar. la limpia minuciosamente contemplando su brillo y dice:
- Por mi tierra usan esta cruz para evitar el mal de ojo en los niños..., psst..., supersticiones.
- ¡Vaya!, y aquí también ¿que te crees?- le contesta Indalecio.
- Es una cruz muy rara ¿no os parece?- pregunta José.
- No tan rara - contesta Indalecio - Es una cruz de las que llaman patriarcales, que tienen un pie y dos travesaños paralelos y desiguales, en Caravaca se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, de casi veinte centímetros de alto con la apariencia de un gran pectoral. Si queréis os cuento su leyenda.
José asintió con interés, así es que Indalecio tomó de nuevo la palabra.
- La Vera Cruz, que así es llamada, apareció en el castillo de Caravaca el 3 de mayo de 1232..., o sea..., mañana es su cumpleaños..., y allí se venera desde hace ocho siglos. en aquella época reinaba Fernando III el Santo en Castilla y Jaime I en Aragón. En Murcia al contrario había por entonces un reino de taifas, así es que en ese tiempo Caravaca estaba dominado por los moros.
Se cuenta que entre los años de 1230 y 1231, se hallaba el rey almohade de Valencia y Murcia, en sus posesiones de Caravaca. Interesándose por los oficios que ejercían un grupo de cristianos que habían hecho prisioneros recientemente, para así dedicarlos a los menesteres más adecuados a sus conocimientos. Mandó que fuesen interrogados en su presencia sobre las habilidades de cada cual.
Dicen que se hallaba entre los cautivos un sacerdote llamado Ginés, quien, había venido desde Cuenca a las tierras dominadas por los moros con la finalidad de ejercer apostolado. al ser interrogado contestó que su oficio era el de decir la misa, y el rey moro quiso saber en que consistía tal trabajo. Se mandaron traer los ornamentos necesarios y el 3 de mayo de 1232, en una de las salas del castillo, el sacerdote comenzó la misa. Pero, a poco de comenzar, se tuvo que parar pues le faltaba en el altar algo imprescindible: un crucifijo. En ese instante, por una ventana del recinto, dos ángeles descendieron del cielo y colocaron la cruz de doble brazo que portaban sobre el altar. El cura pudo seguir con la liturgia y celebró la eucaristía. Ante hechos tan maravillosos, el rey almohade se convirtió al cristianismo, junto con todo su séquito.
Dicen que pasados unos años se supo que la cruz que dejaron los ángeles en Caravaca era la Vera Cruz que había estado en el pectoral del primer patriarca de Jerusalén, el obispo Roberto, hecho con trozos de la madera de la Cruz donde se sacrificó a Jesucristo.
Durante el resto de la velada, toda la conversación giró alrededor del mismo tema, hasta que cerca de la madrugada decidieron retirarse a descansar.
3 de mayo, lunes a las ocho de la mañana.
Yoli despide en la puerta del piso a José, que se va a pasar por Puente del Río a recoger unos fertilizantes en lo de Hortocampo, antes de ir al invernadero. José ha pasado una noche de pesadillas, sabe que bebió más cervezas de la cuenta y las Cruces de Caravaca se mezclaron con guerreros templarios y caudillos moros que luchan desaforadamente en su vertiginoso sueño. Estos temas siempre le gustaron y le encanta escuchar a su cuñado cuando le relata historias y leyendas en las que está bien puesto.
Arranca con dificultad el viejo Land Rover y se dirige hacia la antigua carretera de Almería. A José le encanta pasar por este tramo de carretera lleno de árboles centenarios, con sus troncos encalados para que los conductores lo vean bien, son imponentes, dan buena sombra y una sensación de frescura muy agradable.
De repente José siente una especie de mareo, percibe unos fogonazos de luz y los gigantescos árboles parecen reflejados en un estanque de agua que hace ondas. Frena suavemente pero no llega a parar del todo pues su visión vuelve a la normalidad. Se restriega los ojos y recupera la calma..., hasta que después de unos pocos kilómetros se para en el arcén. Hace ya un rato que quedaron atrás los grandes árboles, no reconoce su entorno y lo que más le mosquea es el letrero que indica un desvío hacia Lorca y Águilas..., todo seguido indica que por la carretera que circula se va a Caravaca y a Murcia.
Se desvía a la gasolinera de Repsol que tiene al lado y revisa, incrédulo, la guía Campsa que lleva en la guantera..., efectivamente se encuentra en el cruce de la C-330 con la C-3211, la que va a Lorca.
- Esto es de locos - musita - ¿Como he podido llegar aquí?
Sale del coche y pregunta en la gasolinera. No hay duda. Viajaba por la N-340 al lado de Adra y sin saber como ha aparecido en otra carretera llena del mismo tipo de árboles centenarios, encalados en sus troncos y a unos diez kilómetros de Caravaca. Mira el reloj..., y son las las ocho y veinte de la mañana.
4 de Mayo martes, nueve de la mañana.
Todo el día anterior lo ha pasado en Caravaca, ha visitado el castillo y la basílica de la Cruz, ha deambulado por la ciudad en fiestas, le han contado la historia de los Caballos del Vino y ha podido verlos. se ha extasiado contemplando el desfile de los Moros y Cristianos y después de haber dormido, malamente, en el Land Rover, José, parte hacia Lorca para coger la autovía que le lleve a casa. Hace un rato que pasó por el tramo de los grandes árboles..., pero no pasó nada. En Barranda dio la vuelta y ahora, resignado, se dirige de regreso a Adra.
- Donde te has metido - Bramaba la Yoli al otro lado del móvil - Me tienes que explicar muchas cosas ¿sabes?
- Si..., si..., no te lo vas a creer..., pero bueno, si te crees lo que dijo tu hermano sobre los ángeles que trajeron la Cruz de Caravaca entrando por la ventana del castillo, no se porqué no me vas a creer a mi...
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