10 diciembre, 2008

De paradores por la Vía de la Plata

Lo que no viene en las guías


Durante siete días voy a realizar la Vía de la Plata por Extremadura recorriendo encadenados todos sus paradores nacionales. El primer destino es Zafra y resulta necesario salir a las nueve de la mañana, por lo menos, para llegar al medio día. El tiempo se muestra espléndido este primer domingo de Octubre y el camino no está mal pero, desde Córdoba, no hay casi gasolineras y los restaurantes y bares son casi nulos, así es que ojo al dato.


La primera sorpresa es que Zafra celebra la Feria Internacional de Ganados. llegamos a las doce menos cuarto y arribamos en caravana durante seis kilómetros por culpa de la aglomeración de vehículos que atrae la feria. El parador está hasta los topes y es difícil aparcar. Antes de acercarnos al ferial nos tomamos un surtido de ibéricos con queso de oveja en una terraza al lado del parador, en la plaza de España. La terraza se llama Gabi y su especialidad es el bacalao rebozado, las setas en caldereta y las carnes a la brasa. Después nos pertrechamos de un sombrero y a la feria.
Es una gozada poder visitar los stand con una muestra muy importante de ganado que se presenta a concurso, el porcino, bovino, ovino, caballar y caprino (hacía mucho tiempo que no sentía el olor de las cabras). La feria durará hasta el día 8 y hoy domingo está a tope. Vuelvo a escuchar la expresión tan extremeña “Ave” que la repiten constantemente. Regresamos al parador para descansar hasta que salgamos más tarde y cuando lo hacemos nos topamos, justo al lado del parador, la calle Sevilla que termina en la plaza Grande. Nos acercamos a la colegiata y nos situamos ante el retablo de Zurbarán, casi no me entero de la misa hipnotizado por los cuadros del retablo. Después callejeamos caminando hacia la plaza Chica y recomiendo vivamente visitar las bodegas de Jaloco muy cerca de la misma, son estupendas y sus vinos de lo mejorcito. Después apetece un nuevo paseo por la feria que sigue en ebullición aunque ya se han cerrado los pabellones de ganado.


Al día siguiente visitamos Almendralejo al paso, merece la pena, ¡pedazo de ciudad!, el ayuntamiento está en la casa donde nació Espronceda, que nació el mismo día que yo, pero doscientos años antes.


Seguimos a Mérida, y es la primera vez que no me pierdo al entrar en esta ciudad, señal de que ha mejorado su señalización, por eso entramos directos al aparcamiento del parador. Mérida es la ciudad que menos me gusta de Extremadura pero no por eso voy a renunciar a pasear cerca del museo romano y por sus calles comerciales y céntricas. Por experiencias de anteriores visitas sé que la mejor opción es comer en el parador y así lo hago. Imprescindible pedir de postre Técula Mécula, prueba de que los árabes no son los que inventaron el mazapán, esta tarta es de origen romano y nunca he comido nada igual. Una recomendación a no olvidar es no ir a comer al restaurante Nicolás, local con pretensiones en un chalet del centro, que en visitas anteriores me trató fatal.


Al día siguiente cogemos la autovía hasta Cáceres, ciudad insuperable y preciosa, la visita guiada por su recinto amurallado es imprescindible y muy gratificante. La oferta en bares y cafeterías es muy buena pero por recomendar algo, no puedo olvidar la pulguita de jamón ibérico que me tomé en Zeppelin que está al principio de la calle Virgen de la Montaña. Una muy buena opción de restaurante es El Atrio, que está algo escondido, pero para mi gusto es imprescindible comer en el Figón de Eustaquio (probar las ancas de rana, las hacen como nadie). El parador es más pequeño de lo que creía, pero muy coqueto y de nivel, en su comedor sirven un solomillo de ibérico que no se olvida fácilmente.

El viaje a Trujillo es bastante corto y se hace al lado de la nueva autovía que está finalizando sus obras. Se nota mucho la vuelta que le han dado a esta población, hasta el parador está muy remozado, su decoración se parece a la del Palacio de Bailío, el cinco estrellas de Córdoba. Es maravilloso el paseo por la ciudad medieval y la visita a los templos (pagando), merece la pena. Este es el primer día que podemos comer de cuchara en paradores, judiones con codornices y guiso de patatas con costillas de ibérico, lástima que se esté perdiendo la costumbre de aviar guisos.
Dejando a nuestra derecha el parque de Monfragüe y pasando por dentro de Navalmoral de la Mata nos encaminamos a Jarandilla de la Vera. Aquí empezó mi viaje por estas tierras hace más de quince años y mis recuerdos son maravillosos. El parador sigue cumpliendo las expectativas más exigentes y en su comedor se sirve la caldereta de cabrito más exquisita que se pueda comer. Losar, Valverde y Villanueva de la Vera no han mejorado, al contrario, creo que ha empeorado su estética. En el tiempo que ha pasado desde que vine por aquí, no han sido capaces de eliminar los cables de la luz y del teléfono o los coches, que anárquicamente se han apoderado de las fachadas y de las calles. ¡Lamentable!
Aún así, el que no haya venido nunca se seguirá asombrando del potencial turístico de estas aldeas.
En Jarandilla, el antiguo restaurante “Puta parió”, donde habitó el mayordomo del emperador Carlos V, ha progresado y se ha remozado creando cerca una tienda de delicatessen extremeñas. En el paseo que hice en este pueblito de la Vera por la tarde, pude retratar una antigua abadía templaria y una picota de piedra, de las pocas que van quedando por España.
Al día siguiente partimos hacia Plasencia donde pasaremos los dos últimos días de la ruta. Imprescindible parar en Cuacos de Yuste para visitar el monasterio donde vivió sus últimos días el emperador. En la cripta, que está bajo el altar mayor, se conserva el ataúd donde lo pusieron al morir y me impresionó mucho lo pequeño debió ser de estatura.
El parador de Plasencia es de nuevo cuño en el convento gótico de Santo Domingo, fundado por los Zúñigas a mediados del siglo XV. Sus habitaciones, comedores, claustros, estancias y hasta el garaje con ascensor para los coches son una gozada, pero es tan magnífica la oferta en bares y restaurantes de esta ciudad que solo desayunamos en el parador.

La iglesia del convento donde está el parador es tan grande como Santa María de Alcaudete y está dedicada a Museo de Semana Santa de Plasencia, ¡Fantástico! Otra visita para no perderse son sus dos catedrales adosadas.
El café Español ¡Que bonito nombre para un café! ofrece españolitos, especie de minibocadillos exquisitos y variadísimos que te ofrecen con la bebida, o sea que se tapea muy bien. Dentro tienen un buen comedor donde te sirven unas migas extremeñas con huevos fritos que quitan el sentío y el choto al ajillo, casi sin huesos, es delicioso.

Otro lugar con solera para comer es el Rincón Extremeño en un callejón al lado de la plaza Mayor, sus criadillas de la tierra, especie de trufa blanca, son estupendas y sus guisos extremeños insuperables. Tienen además de la carta, un menú bastante económico.
Me olvidaba de recomendar que para beber por estos pagos hay que pedir los vinos de la Tierra de Extremadura que no tienen nada que envidiar a los Riojas o demás que nos ofrecen por los bares. Una buena opción es pedir vino de pitarra. La pitarra es una gran vasija de barro donde se hace el vino por estas tierras y tiene la particularidad de dar un vino excelente y nunca peleón, “...o sale buena la pitarra o el mosto es para vinagre, no hay medias tintas”. Antes de regresar a Alcaudete me pertrecho, en una de las múltiples tiendas de delicatessen, de un buen surtido de ibéricos, morcilla patatera, quesos y vinos de Extremadura para invitar a mis amigos, que de seguro me lo agradecerán.

El guateque

Recuerdos de los sesenta


El bachillerato se estaba poniendo muy pesadito, los primeros cursos por libre dieron paso a la matriculación en el instituto de la capital para hacer sexto con reválida y el gasto que eso traía consigo estaba esquilmando la precaria economía familiar, cosa que repercutía en el escaso dinero que tenía para divertirse. Era casi obligado venir todas las semanas al pueblo, pues aunque la alsina no era gratis, Paco se podía traer la ropa sucia para llevársela limpia y planchada el lunes, amén de algunas vituallas que daban de sí casi toda la semana. También estaban los guateques que casi cada tarde de sábado o domingo se organizaban donde se podía, unas veces en la cochera de Evaristo, otras veces en los sótanos del Edu y en algunas ocasiones fuera del pueblo en un cortijo cercano con el consiguiente trajín para desplazarse, que le pregunten a Josico la de viajes que tenía que hacer con la Lambreta de su padre para trasladar amigos y chismes o si no al socorrido camioncillo del Samba en cuyo cajón y en sillas de enea viajaban casi veinte, entre amigos y nenas.


Paco se libraba casi siempre de la decoración del local, cosa para la que no faltaban voluntarios, pero si que tenía que recaudar las perras a escote que entre todos juntaban para la bebida y después comprarla. Ni que decir tiene que las nenas no pagaban, ningún muchacho de la década de los sesenta podía consentir semejante cosa, solo alguna chica aportaba unas patatillas de boda caseras o una damajuana chiquita de aceitunas.
Paco disfrutaba del baile y aprovechaba esta circunstancia para relacionarse con el sexo opuesto. Tenia buen cartel, era estudiante y eso no era cosa corriente así es que no le faltaban voluntarias para moverse al compás de “... cuando calienta el sol, allá en la playa...”. Victoria era la mejor para estos bailes, era alta y un poco gordita, muy guapa, de ojos verdes y grandes, y con un pelo negro, largo y rizado que olía a una mezcla de Maderas de Oriente y a zalea de cordero lechal. A la segunda pieza de agarrao se amorcillaba un poco y aflojaba la tensión que ponía en su brazo para mantener a raya a Paco y se acaloraba un tanto dejando salir cor su escote un tenue olorcillo a morcilla.



Patro era de las más marchosas, rubita, pequeñita y delgada tenía metido el ritmo en el cuerpo y era ideal para bailar aquello de “No vemos presumida no te puedo aguantar, esas puntadas tuyas no las puedo pasar...” de los Teen Tops y Enrique Guzmán, o si no “La Plaga”, rock que dejaba la frente de Paco perlada de sudor.



A Paco le gustaba curiosear durante un buen rato los nuevos discos que se traían a cada guateque, se acercaba a la mesa del picú y revolvía entre vinilos de Adamo con “Un mechón de tu cabello”, Paul Anka con “Diana”, Neil Sedaka con su “Oh Carol”, Cliff Richard y los Shadows tocando “Apache”, o los grupos españoles como los Sirex, Duo Dinámico, los Salvajes, José Guardiola, Bruno Lomas y Mike Rios.
“Lolita, tu tienes una forma de bailar que me fascina...” sonaba casi siempre que Paco y su amigo Fermín se tomaban a cortos sorbos un cacharro de Coca Cola con Larios, departiendo sobre las nenas que habían venido al guateque, pasando de las risitas y cuchicheos de las mismas. Entre ellas había una, Mari la de Almogía también apodada la Churrera, que siempre olía a fritos y a churros, a la que le gustaba tomarse palomitas de anís y que cuando se achispaba un poquillo cantaba aquello de:

Un cateto de Almogía
le decía a su mujer,
no te peles que es veneno
mala puñalá te den.


Tenía Mari un hermanito chico, revoltoso y travieso, que se llevaba siempre a los guateques y que, por deporte y diversión se dedicaba a sobarle las nalgas a las nenas mientras bailaban, esto daba lugar al correspondiente chillido de protesta y el consiguiente coscorrón de su pareja de baile, que era respondido entre lloriqueos con un “SsChudo, sschudo maicón , que te pones mu sschudo cuando estas baidando...”. Si daba demasiada morcilla recibía la reprimenda de su hermana Mari, la Churrera, y entonces, en venganza, le cantaba con voz gangosa y sorbiéndose los mocos..., “si quiedes vivid agusto cásate con la chudeda, estadás toda da noche chudo dentro chudo fueda”.

En el guateque estaban todos los prototipos: el tímido, que no era capaz de sacar a bailar y miraba desde la mesa de los discos y el picú a la chica que le tenía atontado, el feo introvertido, que ponía los discos o preparaba las bebidas, sin bailar tampoco, el espabilao, que era feo pero resultón, y que bailaba con todas, el guaperas, que tenía un llenazo y se dejaba querer, con esos aires, imitando al Delón en “A pleno Sol” y esa superioridad de que hacen gala los que son unos creídos... Por otro lado, las chicas aceptaban los requerimientos de los que no les hacían tilín y rechazaban al nene de sus sueños por aquello de hacerse valer. También estaba la Petra, una feucha medio bizca que venía siempre con Victoria, sempiterna redentora de amoríos frustrados, que por regla general se ponía al lado del feo introvertido a hacerle compañía en su soledad.



En el guateque, la castidad estaba garantizada, primero porque todas las nenas eran unas reprimidas y los varones no tenían el valor suficiente, además estaban las carabinas, Petra era una de ellas, que amenazaba continuamente con chivarse y por otro lado estaba la madre de turno que se daba una vuelta por el baile, como el que no quiere la cosa y hasta el cura párroco que en más de una ocasión se colaba de rondón y era capaz de emplazar al más pintado ante el confesionario por una mano más o menos colocada en un trasero. El brazo izquierdo femenino se asentaba por lo general fuertemente en el pecho masculino haciendo palanca y costaba uno y mil intentos provocar el roce más inocente. En el guateque todo era ilusión, simpleza, inocencia, romanticismo en una nube de feromonas y buen rollito como se dice ahora.
Paco temía el momento en el que Petra, decía aquello de “Nos tenemos que ir, que si no nos van a castigar...” y todas por igual asentían creando la desbandada que liquidaba el guateque, entonces se acercaba a Victoria y salían cogidos de la mano hasta los alrededores de su casa, cosa que le provocaba la misma excitación que cuando, mientras bailaban, rozaba su pierna o sentía su respiración en la mejilla.


Después de repartir a las nenas por sus casas, acabado el guateque, Paco y Fermín daban un paseo por el solitario parque, Paco era un enamorado de las motos y como su amigo Fermín trabajaba en el taller de motos y bicis de su padre, tenían tema de conversación asegurado. Por otro lado a Fermín le encantaba escuchar a Paco hablar de las noticias, las pelis y las cosas de la capital: La proeza del ruso Yuri Gagarin, primer cosmonauta de la historia y los Ovnis eran una de sus conversaciones preferidas. Así como los programas de televisión que Paco veía en su residencia de estudiante: “Escala en Hi-fi”, “Un millón para el mejor”, “Cesta y puntos”, o las series de “Perry Mason” y “Bonanza”.

Por aquel entonces el Cordobés revolucionaba con el salto dela rana los ruedos de las plazas de toros y Marisa Medina decía las noticias con aquella sonrisa tan sensual.

UN BODEGÓN Y OLIVOS AL ÓLEO


Peñiscola para "carrozas"

Lo que no viene en las guías

En la calle principal de la zona moderna, que va de la Plaza de la Constitución a la bahía y en dirección al casco histórico, hay una inmobiliaria que expone en sus escaparates una colección de fotografías antiguas en donde se pueden apreciar los espectaculares cambios que se han producido en Peñíscola. Cuento esto porque hacía unos treinta años que no iba a este lugar y mis recuerdos se parecen más a las vetustas fotos que a lo que contemplo en la actualidad.
Peñíscola es un enclave impresionante se mire como se mire. Su maciza fortaleza fue objetivo primordial de órdenes militares, desde los Templarios a los de Montesa, sede del papa Luna y bastión de la guerra de la Independencia, resistiendo a los cañones franceses.
Las autoridades culturales castellonenses han hecho mucho por recuperar el entorno, pero no han sabido involucrar a los vecinos y constructores para que en el recinto amurallado se construyeran viviendas con apariencia acorde a lo que debería ser por proximidad al castillo. La circulación y aparcamiento de vehículos en el casco histórico, las antenas de TV y el cablerío de alumbrado y teléfonos, son los principales obstáculos para optimizar la estética del lugar. Otra cosa es el paseo marítimo que llega a Benicarló, totalmente atiborrado de edificios de hoteles y apartamentos que a lo largo de siete u ocho kilómetros discurre al lado del mar con una cuidada y limpia playa por la que es una gozada pasear en otoño.
He fijado mi residencia en el Hotel Ágora, con Spa y todos los avíos, estrenado este mismo año, es lo más de lo más en lo que a diseño y modernura se refiere, pero estamos en Noviembre y tienen que adecuarse al mercado que queda debido a fechas y crisis, por lo que el buffet de autoservicio alimentario no es lo que se corresponde a un cuatro estrellas. También es verdad que el precio es muy asequible.

En Peñíscola está la fortaleza y el paseo marítimo y eso da para lo que da, así es que hay que programar una serie de visitas a los alrededores que hagan amena la semana que vamos a permanecer aquí y el primer lugar que visitamos es Morella. Esta ciudad amurallada está en ruta de Vinaroz a Zaragoza y aunque la carretera es buena, en su último tercio te hartas de curvas. He visto pueblos medievales mejor conservados y más espectaculares pero ya que estoy aquí aprovecho para admirar su cerco amurallado, la catedral, que bien merece ser visitada, y su calle principal que está porticada a lado y lado. Imprescindible tomar un café con leche y unos laons de Morella, especie de empanadilla rellena con una pasta de requesón y almendra, rico, rico.
Tortosa es otra ciudad a visitar. Tomando la AP-7, siempre a base de pagar peaje, te deja muy cerca. Como siempre, lo más perentorio es encontrar donde dejar el coche lo más céntrico posible, cosa no muy difícil.


Lo primero visitar el Ebre, como sus habitantes dicen, lleno a tope y que en unos pocos kilómetros se pierde en el mar Mediterráneo, por mucho que me lo expliquen no entiendo los grandes letreros en sus laterales que dicen no al trasvase. Al lado del río, el Mercado Municipal, imponente y espectacular, me encantan sus puestos de pesca salada donde el bacalao es el rey. Los cuidados bares de su interior repletos de exquisiteces, bocadillos y tapas que son la delicia de los que vienen aquí a comprar.


Luego hay que callejear y visitar su catedral que tiene una importante exposición permanente, después es imprescindible subir al castillo, que es Parador Nacional, aunque para ello hay que atravesar una zona antigua, vieja, abandonada y ruinosa que ha sido dejada en manos de okupas, marroquíes en su mayor parte, que no es lo que esperábamos para esta zona.
Una curiosidad de origen medieval, que me llamó la atención, es la Cucafera, especie de tortuga o dragón gigante sin patas pero que dispone de una cabeza semejante a la de un cocodrilo, que mueve adelante y atrás constantemente y que tiene unas hermosas orejas. Por lo visto este bicho se alimenta de gatos y algún que otro niño, siendo en la procesión de la Virgen de la Cinta, patrona local, donde se exhibe con arrogancia para jolgorio de los que la contemplan.

Otra excursión a realizar es la visita a Castellón, capital de la provincia por la que hay que pasear su moderno centro urbano, lleno de buen comercio que se encuentra ubicado entre el carrer d´Enmig, o sea la calle de Enmedio y la calle Mayor. Como sabéis lo primero que busco en una ciudad es su mercado y el Mercat Central de aquí es de impresión. Está separado el pescado del resto por la cantidad de paradas y la abundancia de la oferta. Deambular por entre los repletos mostradores donde hay de todo y hasta bien de precio es alucinante ¡Que variedad y que frescura de pescados!
Al lado el Ayuntamiento y la concatedral, con su torre exenta, en una plaza gemela a la que hay al otro lado del mercado repleta de bares y que la tienen llena de mesas y veladores.
Hace dos días solamente que se inauguró en la concatedral la exposición cíclica que La Llum de les Imatges (La Luz de las imágenes), que en esta ocasión se llama Espais de Llum (Espacios de Luz) y como es natural no me la podía perder. Cuadros primorosamente restaurados, la propia concatedral está perfectamente restaurada, y óleos e imágenes de varias épocas componen una muestra que se complementa con la que hay en Burriana y Villa Real.
Ya he tenido oportunidad de ver varias exposiciones en distintos años de esta muestra de La Luz de las Imágenes y nunca me ha defraudado, al igual que la que desde hace tiempo se realiza cíclicamente en Castilla León y que llaman Las Edades del Hombre y la que hacen en la región de Murcia, llamada Huellas.
Hablo con algunas personas que visitan la exposición y al comentarles que mi tierra es la cuna del Barroco y detallarles parte de la ingente cantidad de arte sacro, catedrales y conventos que hay en Andalucía, me dicen con socarronería que por qué no se hace esto mismo en mi tierra. No se que contestar y no alcanzo a comprender la razón de que no hayamos sido capaces de crear algo tan bello y con tanto potencial artístico y turístico. Seguro que nadie encuentra respuesta a esta cuestión ¿o quizás si?
He dejado para el último día lo más cercano, Benicarló y Vinaroz, enclaves típicamente veraniegos. No dan para más de una mañana entre las dos y paradógicamente es mejor y más bonito Benicarló (tierra de las alcachofas) aunque sea una ciudad de menor importancia. Ambos pueblos tienen un buen mercado municipal y es lógico que su oferta sea inferior a la que vimos en Castellón, lo que no entendemos es que sus precios sean bastante más caros que en la capital (lo único bien de precio son las naranjas y las mandarinas). Por otro lado se entiende que su progreso se debe fundamentalmente a la cantidad de veraneantes que acogen cada año y que en algunos casos, triplica su población habitual.

28 septiembre, 2008

Dos retratos a carboncillo y a pastel (1969 y 1971)

Mi abuela paterna Pilar Salazar Martínez



Mi abuela materna Carmen Mantas Pareja

El billete premiado en el bolsillo del muerto.







Historias para no dormir en Alcaudete.

Estaba completamente exhausta, miró en derredor y solo acertó a dejarse caer en el sofá. Durante dos horas había puesto la casa patas arriba y nada, el billete de lotería no aparecía por ninguna parte. Al final su primera intuición iba a ser verdad, cuando en el tanatorio le dijo Ramiro al oído...- El billete de lotería que me compró tu marido la semana pasada tiene premio...¡El Gordo!
-Solo me faltaba que estuviese el billete en la chaqueta del traje marrón-. Se dijo, desechó la idea durante un rato, después empezó a obsesionarse y no paró hasta que consiguió entrar en la habitación del muerto. Primero y con la excusa más peregrina consiguió que le abriesen la puerta...- No se quede mucho rato, que ahí hace un frío de narices... - Después echó las cortinas y rápidamente empezó a registrarlo. Ni le miró a la cara pero no pudo impedir rozarle las manos, frías y duras como la merluza congelada... Creyó mirar en todos los bolsillos pero se le olvidó uno, el interior derecho. -¡Imbécil de mí!, me dejo el interior derecho y claro, ahí debe de estar, porque no aparece por ningún lado-. Los nervios y pensar en la gente que venía constantemente a darle el pésame la aturullaron. Descorrió las cortinas y salió.


-¿Que pasaba María...?
-Nada, figuraciones mías, he entrado... por nada, ...que se me ocurren unas cosas...
Doscientos mil euros... ¡Nada!, más de treinta y tres millones de pesetas, o sea arreglarle la vida de una vez y no sabía donde estaba el billete. Por una vez que iba a hacer una buena cosa por ella y mira...
- ¿Porqué se me ocurriría que le pusieran el traje marrón? Hoy en día que solo se les pone una sábana...
- ¿Que dices María?
- Nada, nada, ...que me he quedado muy sola...
Durante todo el funeral no pensaba en otra cosa...-Ojalá que esto acabe pronto para buscar el billete en casa-. En un principio no tenía planificado ir al cementerio pero lo pensó mejor...- Voy a ir al cementerio...-
- Pero mujer, deberías descansar que no has dormido nada desde anteayer ...
- No, no, que quiero ir...
Ahora estaba casi al borde de la desesperación, allí, tirada en el sofá y con un decisión tomada ...
- Mañana por la noche voy a abrir el nicho, será fácil, está abajo de la fila de nichos, en cuanto cierren me quedo dentro y antes de que se haga de noche habré acabado... ya he pensado como salir... será fácil.



Serían las nueve y veinte de la mañana. El sepulturero abría la cancela ante dos mujeres enlutadas que con velas y flores esperaban, desde hacía rato, poder entrar en el cementerio.
- Ya era hora.
- Perdona mujer es que he tenido avería en el coche...
- El coche, el coche, al final vamos a ir en coche hasta al retrete...
El sepulturero sujetó las puertas a los muros para que no se cerrasen y se dirigió a la oficina, encendió el ordenador, guardó dos libros de registro que había dejado sobre la mesa la tarde anterior y se fue a orinar.
Se estaba subiendo la cremallera cuando le pareció oír gritos. Salió al exterior y entonces los escuchó con claridad, venían del interior del cementerio. Se encaminó hacia dentro del recinto y casi tropieza con una de las mujeres que salía gritando como si hubiese visto al diablo.
- Pero mujer, ¿que te ha pasado?, ¿A que viene este alboroto?...
- ¡El muerto la ha matado!, ¡el muerto la ha matado!...
Siguió andando hacia el patio de los cipreses y entonces vio el bulto, al principio no supo muy bien lo que era, hasta que al acercarse se percató de la macabra escena. El nicho había sido abierto, lo mismo que la caja. Al lado, en el suelo, había una mujer muerta, con medio cuerpo sobre el difunto, y con un billete de lotería en su mano izquierda. El difunto tenía los ojos abiertos y una mueca en los labios que parecía una sonrisa, asimismo tenia sobre la mujer sus dos brazos como si la sujetase, abrazándola.

Eduardo Azaustre Mesa
Alcaudete, septiembre de 2008

El avión vacío








Historias para no dormir en Alcaudete

Abrió solamente un ojo, el derecho, y miró por la ventanilla. Todo estaba blanco, un blanco níveo, no se veía absolutamente nada y volvió a cerrar el ojo. El ruido de los motores era suave e invitaba a dormir, pero pensó que había dormido bastante. Siguió con los ojos cerrados. Paladeó varias veces comprobando que tenia la lengua seca, se debía haber dormido durante el vuelo... ¿que vuelo? Abrió de golpe los ojos y efectivamente estaba en un avión, ante sí el pañito del asiento de delante con las siglas de KLM, ¿que hacia él en un vuelo de las lineas holandesas?, ¿iba o venía? Volvió a cerrar los ojos. Recapituló y se dio cuenta de que no recordaba nada. Permaneció quieto y con los ojos cerrados pensando en lo que había hecho la mañana anterior..., nada que no se acordaba... -Bueno, no pasa nada- se dijo, -ya me acordaré estaba profundamente dormido y me he despertado de golpe...
Había oído decir que a veces se padece una amnesia temporal por la causa más nimia y el que nunca le hubiese pasado no quería decir que no le iba a ocurrir a él y ¿cómo sabía que nunca le había ocurrido?
Pues... -Por la misma razón de que me llamo Leo- dijo y al mismo tiempo dirigió su mano derecha al bolsillo del pantalón. Si, allí notaba el bulto de su cartera. Era difícil sacarla con el cinturón del asiento abrochado, así es que abrió los ojos y se percató de que la indicación de abrocharse los cinturones estaba apagada, se lo soltó y sacó el monedero del bolsillo abriéndolo de inmediato. Casi se le cae el resguardo de la tarjeta de embarque..., vuelo KL2465, de Amsterdam (Schiphol)-Madrid, asiento 12F ventanilla. Lo guardó y se quedó mirando su DNI, Leoncio Luque López, soltero, nacido en Alcaudete el doce de mayo de mil novecientos treinta y ocho, o sea setenta años de edad... pues claro, qué tontería, ya se acordaba -Las tres eles, el lelo loco que me decían en el cole...
Cerró de nuevo los ojos. Sí, ya empezaba a recordar vagamente, el mostrador y la azafata en Amsterdam, la tarjeta de embarque y las dos figuras de bronce que tuvo que sacar de la maleta a facturar. Se pasaba en casi dos kilos y le querían cobrar casi noventa euros, menos mal que las pudo acoplar en el equipaje de mano...- Debería beber algo, tengo sed...en cuanto vea a la azafata...
Se guardó el monedero en el bolsillo y miró a su izquierda.-No hay nadie- Efectivamente, los dos asientos a su lado estaban vacíos y al otro lado del pasillo más de lo mismo. Se puso en pie y quedó estupefacto, todo el avión estaba vacío, parpadeó con insistencia y una sonrisa se le heló en la boca.-¿Será posible?¿Como puede estar vacío si recuerdo...?¿o no?

Salió y se colocó en medio del pasillo, delante y detrás, nadie... Comenzó a caminar hacia la parte de atrás y se detuvo ante la puerta del lavabo.- Señorita...,azafata..., ¿me oye?...- Allí no había nadie. Entró en el lavabo y pulsó el grifo. El agua no sabía bien pero tragó varias bocanadas..., se miró en el espejo y se peinó con las manos húmedas ... -Ahora cuando salga, todos estarán en sus asientos..., todo esto es una alucinación, ¡seguro!- Ahora recordaba las palabras del piloto al despegar, primero en holandés, después en inglés y por último en un español bastante bueno... “ Les habla el comandante Matthiessen,viajamos con un tiempo excelente hacia Madrid-Barajas a bordo de un Boeing 737 de KLM, realizaremos el vuelo a una altitud de 40,000 pies, para que entiendan unos doce kilómetros, la velocidad será de novecientos kilómetros por hora y tardaremos unas dos horas y media en....”
Salió al pasillo. El avión seguía su marcha y no se veía a nadie en el interior del aparato. Se volvió a asomar por una ventanilla y ... nada, el blanco más blanco y luminoso. Lentamente fue avanzando hacia la cabina de los pilotos, fila 12, 11, las cortinas de separación con clase Business, fila 10, 9 ..., y la puerta de cabina. Tocó tímidamente primero y después con más fuerza, puso la mano sobre el picaporte y abrió. Allí no había nadie. Los paneles de lucecitas estaban encendidos y desde luego el avión estaba en marcha, aunque por las ventanas frontales sólo se veía el mismo blanco cegador. De pronto sintió que tenía alguien detrás, se giró y allí estaba ella, la azafata de KLM con su sonrisa eterna y con un cutis tan transparente que casi se le veían los huesos de la cabeza y en sus manos un catavinos con vino de Jerez...




-¿Quiere tomarse la copa o nos vamos ya...?
... Entonces lo entendió todo.

Eduardo Azaustre Mesa
Alcaudete, septiembre de 2008

La paloma


Historias para no dormir en Alcaudete

Al salir de casa la sed le hizo entrar de nuevo para tomarse un vaso de agua casi lleno. Eran las ocho y media de un buen día del mes de Mayo. La primavera había sido larga y aún no se notaba el calor. El sol lucia en un cielo azul intenso y a Remigio le pareció que la luz que llegaba a sus pupilas era demasiado intensa. Nunca usó gafas de sol y no las iba a usar ahora a la vejez, así es que engurruño los párpados al enfilar la calle del Carmen y sin prisa se encaminó hacia la Muralla.
Imbuido en sus pensamientos, saludaba a regañadientes a los que encontraba al paso. Su hija Eulalia le llamó por teléfono la noche anterior y había vuelto a la carga como siempre.
-Padre, que usted no está en edad de estar solo. Que yo entiendo que no le guste Vic, pero usted ha de comprender que está delicado y desde aquí, yo no puedo hacer nada. El Parkinson le va deteriorando poco a poco y usted no se da cuenta pero un día va a caer por esas calles, que usted no se está quieto y el bastón lo tiene de adorno detrás de la puerta… Además está la diabetes, y a usted no hay quien le quite el vasillo de vino…
Remigio no tenía interés ninguno en aceptar esta discusión y sabía que antes o después la iba a perder. Un día aparecerán en su casa y no tendrá más remedio que ceder y dejarse llevar. Había estado muchas veces en Vic, y el caso es que le gustaba, la plaza con su mercado de los sábados, las callejas del centro, los buenos establecimientos, los escaparates de las charcuterías… Pero allí no conocía a nadie y su hija trabajando en el matadero todo el día, los nietos en sus estudios, que no los veía nada más que por la noche…, y el malafollá de su yerno que no le daba palique más que lo imprescindible. Decididamente cuanto más tarde mejor.
Al llegar a la altura del Más y Más, frenó el paso y se detuvo un poco en la puerta del Torero, conteniendo las ganas de entrar a pedir un poco de agua.
-Maldita sed, que parece que cené anoche ranas…
La luz del sol en Los Zagales le obligó a entornar aún más los párpados, al otro lado de la plaza, en los bancos frente a Viajes Sacromonte estaba Eusebio y Paco, también le pareció ver al Cándido, pero no le apeteció acercarse, así es que pasó por detrás de la gasolinera y se dirigió al parque.
Pasó a la acera del Iberplús para evitar en lo posible la claridad y con paso decidido se puso ante el escaparate de la ferretería. Siempre se paraba ahí, le gustaba mirar las cajetas apiladas de los pequeños electrodomésticos que se veían. Luego bajaba los escalones con dificultad y seguía su marcha.
El agua del cañillo ante la caseta Quinto Centenario calmó su sed y después se sentó en el banco más cercano.
Siempre que se sentaba allí se acordaba de su Eulalia, la madre y la hija. La madre, su esposa que ya había muerto seis años atrás y que le acompañaba casi siempre en sus paseos y su hija, su Lalita..., recordaba cuando la niña era pequeña y entre los dos la enseñaron a montar en bicicleta. Parque arriba y parque abajo, sujetando el sillín con una mano y el manillar con la otra.
-Lalita mira al frente y no tengas miedo que no te vas a caer…
Entonces eran jóvenes, la vida era mejor y ¡Que poco se imaginaba lo que la vida le tenía preparado! Intentó cambiar sus pensamientos y se fijó en dos o tres palomas que deambulaban por el centro del parque, una de ellas era macho y no paraba de hacerle el rondó a las otras dos, era bonito verlas, siempre le habían gustado, incluso le resultó molesto el oír por la tele al Almodóvar cuando dijo “… las palomas son como ratas que vuelan…”. Luego le tuvo que dar la razón, “…los asquerosos bichos te dejan los tejados hechos una guarrería y luego tienes que ir detrás de los albañiles para que vengan a arreglártelos y a limpiar las canales…”
Entonces se percató de que una paloma blanca en zona de sombra, le miraba fijamente, parecía más grande y esbelta que las demás, era como de porcelana, blanca, resplandeciente y bamboleando la cabeza sin perderle de vista. Dio dos o tres pasitos adelante, colocándose bajo la luz del sol. No eran figuraciones suyas, la paloma le miraba a él y solo a él, estaría a unos seis o siete metros sobre las grandes losas, de frente y con los rojizos ojos fijos en su rostro. Remigio miró a otro lado, no era cosa de permitir que una paloma le incomodase. Unos niños jugaban con el cañillo derramando un fino chorro de agua cerca de las palomas. Miró de nuevo y allí seguía, dos metros más cerca y con la mirada fija en él, se sintió incómodo y se habría levantado para irse si no hubiese sido porque un peso enorme le mantuvo pegado al banco. Apoyó las dos manos en el asiento e intentó alzarse, pero fue imposible...
La paloma seguía allí, más cerca aún y con la mirada fija. Sintió desazón y angustia, hasta que la vio alzar el vuelo, directa hacia él, hacia su cara, quiso apartar la cabeza pero no pudo. Las garras se apoyaron sobre su labio inferior y dos picotazos certeros le dejaron ciego por completo. Remigio perdió la consciencia entre la más completa oscuridad y el agudo dolor que le llegaba hasta la nuca.

El facultativo de Urgencias del C.H.A.R.E. (1) le pasó la mano por la frente.
-¿Cómo se encuentra, Remigio?
- La paloma, maldita paloma…
Entonces oyó la voz de su hija...
- Padre, no se mueva, que se va a soltar el suero.
- ¿Pero que haces tú aquí?
- Me avisaron que lo habían ingresado de urgencias, así es que cogimos el primer avión a Granada y…
- La paloma, maldita paloma…
- ¿Qué paloma padre? Por lo visto le dio un coma diabético y unos hombres avisaron…, ha estado usted tres días dormido, ahora lo que tiene que hacer es recuperarse, ya verá que todo va a ir bien…
- Pero si no veo nada…
- No se preocupe, poco a poco, todo se andará…
Mientras Remigio parpadeaba con insistencia, intentando ver algo más que una claridad difusa, oyó a su hija preguntarle al médico…
-
Entonces ¿no se sabe de que son esas heriditas que tiene en el labio inferior?…

(1) Centro Hospitalario de Alta Resolución.

El adalid (Julio 2008)


Historias para no dormir en Alcaudete

Cuando el automotor llegó a la estación de Alcaudete - Fuente de Orbe, los negros nubarrones que amenazaban durante la mañana, comenzaron a descargar gruesas gotas sobre el andén de la estación. Quico se subió las solapas de la americana del raído traje y cogió con fuerza el maletón de madera, en la otra mano llevaba la talega que su madre le había preparado con un buen trozo de pan, la cacerolilla granate con una tortilla de patatas y torreznos fritos, una almorzá de cerezas de la huerta, un trozo de queso envuelto en una servilleta a cuadros y un periódico de dos o tres días atrás.
En dos zancadas subió al vagón y se dispuso a encontrar asiento. Era la primera vez que viajaba en el automotor, las otras dos veces que subió al tren fue en uno con vagones de madera, de esos que se ven en las películas del Oeste americana perseguido por indios con plumas. Una vez a Jaén con el abuelo Justino para visitar al médico y la otra para ver la Semana Santa de Puente Genil.
Encontró asiento en un compartimiento que iba ocupado por una familia sevillana, escandalosa y con dos niños que no paraban.
- Estate quieto ¡mi arma!.
- Omá, el Curro me repite las cosas.
- No des chillios y ven pa cá que molestas a ese hombre.
Intentó permanecer al margen y no entablar conversación, nunca le cayeron bien la mayoría de los sevillanos, ese intento permanente por parecer graciosos y la superioridad que generalmente mostraban ante los demás le resultaba de lo más antipático.
Al pasar por el puente metálico le llamó la atención el gran rebaño de cabras que allá abajo intentaba pasar sobre el puente romano.
- Como siga lloviendo va a hacer daño en el olivar.- musitó entre dientes.
Los sevillanitos seguían dando morcilla y su madre no llegaba a controlarlos. Volvió a la contemplación de los olivares...

De pronto, allá a lo lejos, en un claro vio a un caballero medieval galopando hacia el tren sobre un caballo blanco o al menos eso le pareció.
-Es imposible- pensó.
Se fijó más conforme se acercaba. Era un guerrero con armadura y casco dorado, en la derecha portaba una gran lanza de torneo y en la izquierda un escudo arlequinado en blanco y negro, como la vestimenta del caballo, y encima una cruz roja con una calavera en el centro. La capa del caballo ondeaba al viento dejando ver las vueltas interiores de color morado y en el pecho del jinete destacaba otra cruz con calavera como la del escudo. El automotor seguía acercándose y empezaba a ver bien definidas las facciones del caballero, que se había subido la celada. Tenía una cuidada barba gris y una acerada mirada de ojos que parecían fijarse en él penetrantemente.
Esa mirada le inquietó tanto que hasta bajó la vista. Cuando volvió a mirar se dio cuenta que el caballero le hablaba..., ¿a él? ¿por qué? No le oía pero supo lo que le decía...
-Te espero aquí – el movimiento de los labios no dejaba lugar a dudas...- Te espero aquí.
Allí al lado de la vía se quedó mirándole fijamente, subido en su caballo mientras el automotor se perdía con destino a Linares – Baeza, para enlazar con el sevillano que le dejaría en los andenes de la estación de Francia en Barcelona.
Miró a sus compañeros de vagón como pidiendo confirmación a lo que acababa de ver pero no hubo lugar a preguntas, enseguida se dio cuenta de que no habían visto nada. Sacó el periódico de la talega y empezó a leer con la dificultad de quien no había ido lo suficiente al colegio de don Rafael Aldehuela.
- A...B...C... 15 de Mayo de 1963...su excelencia...el...caudillo...

Antigua estación de Alcaudete – Fuente de Orbe, año 2009.
El imponente Cadillac descapotable de color granate se aparcó junto a la estación bajo la sombra de un árbol. Don Francisco bajó del automóvil y se aproximó al andén, aquello no era ni sombra de lo que recordaba, las ventanas y puertas de la estación estaban tapiadas con petacas de cemento y en lugar de las vías estaba la Ruta Verde del Aceite.
- Buenos días- le dijeron dos caminantes, de esos que parecen caminar por razones de salud.
- Id con Dios- Les contestó.
Cuarenta y cinco años había tardado en volver. Se marchó con una mano delante y otra detrás y ahora después de una vida por fin había regresado. Cada vez que pasaba por Jaén destino a Granada le daba la idea de acercarse a Alcaudete..., pero nunca lo había hecho..., hasta ahora. ¡Cuantos recuerdos!, y ¡que lejanos en su memoria! Ya no le quedaba nadie en el pueblo, los que no emigraron poco a poco con él se habían muerto y su vida, ¡había sido tan complicada!, no le había permitido regresar nunca..., seis hijos, dos divorcios, la constructora, la inmobiliaria y ahora, desde hacía dos años, el cargo de Subdirector General de la Xarxa d'Infraestructures en la Generalitat de Catalunya..., ¡demasiado!, todo eso le mantenía ocupadas las horas del día..., y sin embargo allí estaba, como hacía más de cuarenta años.
Toda su vida en Alcaudete pasó por su mente y cuando miró el reloj se dio cuenta que el tiempo había volado, volvió al coche y se dirigió hacia el cruce con la carretera de Jaén para seguir su camino a Granada. No venía nadie así es que giró a la izquierda, pasó la salida hacia los Noguerones y entonces fue cuando lo vio, allí estaba el caballero de armadura y casco dorado, subido en su corcel blanco con la lanza en ristre y galopando derecho hacia su coche..., intentó esquivarlo pero no pudo...

La lanza rompió el parabrisas del Cadillac y le golpeó la cabeza con tal fuerza que se la atravesó hasta la nuca... y mientras moría tuvo tiempo para ver los labios del jinete que le decían – Ya sabias que te estaba esperando-.


Dos coches de la Guardia Civil, una ambulancia, el coche de los municipales de Alcaudete y una cola inmensa de vehículos hacían compañía a una escena dantesca. Casi en medio de la carretera y poco antes de llegar al cruce de la carretera de Córdoba a Granada, había un Cadillac descapotable con una fina vigueta de acero empotrada en su parabrisas y que se incrustaba en la cabeza del conductor.
Justo delante del imponente coche se podía observar a un inmenso camión con las puertas traseras del remolque casi abiertas, algunas viguetas se habían salido del conjunto de la carga pero solo una era la que había acabado con la vida de don Francisco.




El conductor del camión daba sus datos a un guardia civil de atestados bajo el gran logotipo de uno de los laterales del camión, donde podía leerse Transportes “El Adalid” Avda de los Templarios 14 +34 91 355 4563 CP 41016 SEVILLA y sobre este rótulo un espléndido dibujo a color de un guerrero con armadura y casco dorado, que en la derecha porta una gran lanza de torneo y en la izquierda un escudo arlequinado en blanco y negro con un cruz roja y una calavera en el centro. La capa del caballo, también arlequinada ha sido dibujada ondeando al viento, dejando ver las vueltas interiores de color morado.

Cantabria para “carrozas”

Lo que no viene en las guías


Hasta los que no la han visitado nunca, saben que Cantabria es una privilegiada región del norte de España y sin lugar a dudas merece por lo menos una semana de vacaciones. No pretendo explicar aquí lo que se puede encontrar en las informaciones turísticas o en los folletos de las agencias, sino que me ceñiré exclusivamente a contar mis propias vivencias y las informaciones adquiridas in situ.
Se trata de pasar una semana en un hotel de cuatro estrellas, que esté situado a orillas del mar y en el que aparte de un buen servicio encontremos un restaurante en condiciones. Pretendo recorrer Cantabria y disfrutar de la bella ciudad de Santander, para ello viajo con vehículo propio, no estoy dispuesto a hacer más de cuatrocientos kilómetros al día y procuro no coger el coche por la tarde.
Lo primero que hay que hacer es planear el viaje con bastante antelación, haciendo la reserva en temporada baja y echar en el equipaje un chubasquero y paraguas, por razones obvias.
Si salimos de Alcaudete después de desayunar llegaremos a Madrid al medio día, así es que parada y fonda; un buen hotel para pasar la noche es el Rafael Pirámides, situado cerca de la M-30 y con Metro, Cercanías y autobús en la puerta. Un paseo por el centro de Madrid, bocata de calamares y cervecita en los aledaños de la Plaza Mayor puede ser una buena manera de pasar la tarde y si no hay mucho sueño podemos asistir a los múltiples teatros o cines del entorno de Callao.
A la mañana siguiente salimos hacia la cornisa cantábrica por la autovía de Burgos, haciendo a nuestro aire alguna que otra parada para repostar, el coche o nosotros. Antes de entrar en Burgos cogeremos la autovía que va a Palencia -Valladolid y antes de recorrer una decena de kilómetros tomaremos la autovía del Camino de Santiago que va en dirección a León. En la salida que va a Osorno tomaremos dirección a Santander. Aún no está terminada la autovía A-67 pero ese es el mejor camino ya que a los pocos kilómetros está en pleno funcionamiento y ya no la dejaremos hasta llegar a destino. Reinosa, Torrelavega y las distintas salidas hacia las playas, en mi caso salida hacia Mogro, a 16 kilómetros de Santander, Hotel Milagros-Golf, frente a una ensenada en la que las mareas dejan dos o tres metros de arena cuando están altas o más de cien metros al bajar.
La comida en el hotel es extraordinaria en calidad y cantidad, o sea que a los dos día ya no somos capaces de tomar más de un plato y el postre. Un menú típico de cualquier día podría ser: de primero, ensalada de frutos del mar, garbanzos con gulas y langostinos, bacalao a la vizcaina o rulo de queso de cabra a la plancha con salsa dulce, a elegir, de segundo, Bonito fresco con tomate, dorada a la espalda, cordero al horno con guarnición, rape relleno de marisco o solomillo a las dos salsas de queso, a elegir, y para postres cuatro o cinco tipos de tartas, helados y fruta variada, aunque lo más socorrido después del atracón es el típico sorbete de limón con cava.

Para viajar por los alrededores y hacia Santander debemos tomar seriamente la opción del FEVE, el ferrocarril de vía estrecha que, amén de puntual, te lleva a todas partes por un precio inferior a lo que te costaría el parking en destino y te evita usar el coche. Todo el mundo sabe que no se debe perder Comillas o Santillana del Mar, que “ni es santa, ni es llana ni está en el mar” pero que es preciosa como pueblo medieval bien conservado, las cuevas de Altamira están al lado de Santillana y son visitables (excepto los lunes) en una reproducción muy lograda. Torrelavega es otro enclave a visitar los miércoles, día en el que hay Mercado Nacional de ganados. Impagable contemplar los charcos de leche que se forma en el suelo alrededor de las vacas en venta y observar al mozo que, cubeta en ristre, va de vaca en vaca aliviándole las ubres. Cerca del ayuntamiento me llamó la atención una pequeña escultura dedicada a ‘Mero, el barrendero’, realizada por Jesús González de la Vega.
Imprescindible es pasar un lunes en Potes, para recorrer su mercado semanal y visitar Santo Toribio de Liebana que está justo al lado y sentarse frente al "LIGNUM CRUCIS" mientras escuchamos canto gregoriano.
Otras visitas a no perderse es Castro Urdiales y San Vicente de la Barquera, en los dos extremos de la comunidad autónoma. Recorrer sus paseos marítimos y tomar unos pinchos en las tabernas del barrio de pescadores merece los dos viajes.
Los aficionados a los zoológicos, no estaría de más que visitasen el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el recorrido se ha de hacer en vehículo propio pero yo lo he dejado “para más adelante”.
Si llegamos en FEVE a Santander deberíamos coger un autobús que vaya al Sardinero o a los jardines de Piquío y desde allí lo mejor es pasear hacia la Magdalena y luego descender hacia el puerto recreándonos en el espectáculo que ofrece la proximidad del mar y las casa de indianos entre jardines.
Al lado del puerto podemos tomar un barquito que hace el recorrido por la bahía de Santander, dura aproximadamente una hora y salen a las once y cuarto y a la una menos cuarto.
La Catedral de Santander es engañosa al visitante por su anodino aspecto exterior, pero se trata de una catedral medieval, el motivo de esta pobre apariencia ha sido las desafortunadas reformas que ha sufrido, sobretodo el incendio que ocurrió en 1941 y que obligó a reconstruirla.
Muy bello el claustro gótico, la tumba de Menéndez Pelayo, el conjunto de iconos bizantinos alrededor del altar mayor y muy interesante el templo inferior, llamado "Cripta del Cristo" que fue construido alrededor del año 1200.
Es obligado acercarse a la Biblioteca de Menéndez Pelayo y visitarla, aunque se puede prescindir de la visita al museo de Bellas Artes que está justo al lado.
Detrás del ayuntamiento está el mercado de abastos donde toda la planta baja está ocupada por los puestos de pescados y mariscos. Un espectáculo a no perderse, como el del Mercado del Este al lado de la Plaza Porticada, lleno de cafeterías, tiendas de delicatessen y galerías de arte.
Las corbatas de Unquera, las quesadas y los sobaos son los dulces por excelencia y que se ofrecen por doquier a los visitantes, pero ojo, hay que distinguir entre los que se hacen de forma industrial y los que se hacer artesanalmente.
Hablando de sobaos los mejores que nos pueden ofrecer de producción industrial son los de marca Serafina y El Macho, pero son maravillosos los que hace artesanalmente Salas Maryland una pastelería tradicional que se encuentra en la calle peatonal Burgos, hacia mitad de la calle y a la izquierda alejándose del ayuntamiento.

La exquisitez de estos sobaos es extraordinaria y los que los prueban quedarán encantados. Frente a esta pastelería hay una frutería de gourmets que tiene las cebollas moradas más bonitas que he visto en mi vida, pero a cinco noventa el kilo.
En la capital hay dos zonas de tapeo, en el barrio de pescadores y en el entorno de la calle Burgos, antes mencionada, la oferta de pinchos y pequeños bocaditos es muy grande, destacando las tortillas con boina, que son tortillas de patata cubiertas de todo tipo de exquisiteces y tapadas por una boina hecha de tortilla francesa.
El día de regreso hacia Madrid tenemos que tomar la salida norte de Reinosa en la A-67 y dirigirnos por la CA-171, en dirección hacia Corconte y parar en el pueblito de Orzales, a cinco kilómetros, donde hay dos panaderías casi juntas a pie de carretera, que compiten entre si, donde se hacen unas hogazas de pan y unas empanadas de chacina y de atún que quitan el sentío, hace mucho tiempo que no veía un pan de una cuarta de diámetro y que pesase un kilo exactamente.
Atrás se queda una bonita semana de la que me llevo más de quinientas fotografías en las que ha quedado “constatado” que he estado allí, cuando pase algún tiempo me gustará volver a verlas para recordar estos siete días de los que solo ha llovido escasamente una mañana.

¿Nos debemos replantear la capitalidad europea?

Una visita a Bélgica

En los primeros días del mes de Agosto de este año de 2008, tuve la oportunidad de visitar la preciosa ciudad de Brugge, en Bélgica, o sea la que conocemos con el nombre de Brujas y que paradójicamente no tiene nada que ver con viejas montadas en escobas, sino que, por lo visto, su nombre guarda relación etimológica con puentes, muelles o atracaderos.
Esta ciudad medieval, patrimonio de la humanidad desde el dos mil, está en el corazón de la parte flamenca de Bélgica, lo que quiere decir que su idioma es el neerlandés, que es con ligeras variantes el lenguaje de los holandeses. Para el turista pueden pasar desapercibidas multitud de cosas, ya que uno va a su bola, a ver museos, a callejear, a beber cerveza y a “constatar”, camara digital en ristre que uno ha pasado por allí. Pero he aquí que dejándome llevar por mi inclinación a los libros, me paré ante un escaparate en donde encontré propaganda política, entre otras, de vascos, catalanes y gallegos y me pregunté cual podría ser el motivo de semejante cobertura a estas reivindicaciónes de regiones, perdón naciones, de la peninsula ibérica en tierras flamencas.

Para analizarlo hay que conocer un poco al pueblo flamenco y a eso voy con este escrito. Bélgica está formada por la unión de los Valones y los Flamencos, dos comunidades que se unieron para librarse del dominio de los Holandeses y que desde un principio conservaron sus respectivos idiomas (los valones son francófonos o sea que hablan francés).
Pero poco tiempo les duró “el llevarse bien” ya que hay múltiples testimonios, a lo largo de su historia, de su falta de entendimiento: “...El 18 de mayo de 1302, tras haber sido expulsados de sus hogares para poder acoger las tropas del ejército francés, el pueblo de Brujas volvió a la ciudad, instigados por Jan Breydel y Pieter de Coninck, y asesinó a cualquier francófono que lograron encontrar. Cuenta la leyenda que identificaban a los franceses haciéndoles pronunciar la frase “schild ende vriend” (escudo y amigo), una frase muy identificativa por la pronunciación de los habitantes de la región. Al parecer, los franceses tenían muchas dificultades en pronunciar el sonido [sch] de schild. Dicha masacre es conocida como los Maitines de Brujas...”
Siempre han estado a la greña, y cada vez es peor, de modo que en la actualidad están a pique de separase para formar dos estados diferentes y ¿por qué no lo hacen? Pues muy sencillo por Bruselas, o mejor dicho por la cantidad de millones que todos los europeos le endosamos a Bruselas, que es la capital de la Comunidad Económica Europea. Y me pregunto yo ¿como es que los europeos hemos fijado nuestra capitalidad en una ciudad, capital de Bélgica, integrada por dos comunidades que se llevan fatal? Mal se defenderán ahí los intereses de la Unión Europea, cuando a ellos mismos no les interesa estar unidos. ¿No sería mejor replantearse la capitalidad europea y adjudicarsela a un pais con vocación unionista?
Si uno sabe francés más vale que no lo hable en cualquier ciudad flamenca ya que le mirarán mal y hasta puede que no le contesten.

Para poner un ejemplo de su cerrazón solo hay que observar que las matrículas de los coches procuran evitar los símbolos comunitarios, como es la bandera azul con las estrellas. Ahora bien los millones de euros que entran en Bruselas, eso si que les interesa y ese y no otro es el motivo de que no se hallan separado definitivamente, ya que tanto los valones como los flamencos desean quedarse para sí a Bruselas y la “pasta” que ingresa.
Si alguna vez me sentí nacionalista se me curó leyendo y viajando, pero eso no es problema para que yo no respete cualquier forma de pensar, allá cada cual, lo que me molesta es la doblez y el egoismo, la gente que solo mira su interés, sin menoscabo de pisotear los intereses ajenos.



Alguien me ha dicho que el surrealismo belga no murió con René Magritte. Vive más intensamente que nunca. De alguna manera todo el país tiene un toque surrealista o simplemente belga. Flandes, que tiene más alto desarrollo económico, dice que no quiere "mantener" a Valonia. Pero eso si, le interesa quedárse con Bruselas, que es la gallina de los huevos de oro, aunque allí se hable solamente francés.